El torero nacido en Mesas de Asta trabaja duro por sentir, demostrar y transmitir su visión de este arte. :: ESTEBAN
Sociedad

«Jerez aún no me ha visto»

Su nombre suena con fuerza entre la afición para una posible sustitución en Jerez. Un torero con clase y con sello propio Antonio Caro Gil Torero

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Es José Miguel Ojeda, apoderado del torero, quien propicia lo que es más una conversación que una entrevista entre un torero y un escritor. Antonio Caro Gil rezuma un áurea intimista y noble. Posee una incesante búsqueda por expresarse toreando. Nos sentamos a hablar para liberar las palabras en el aire de la esperanza y nos adentramos en los sueños y sufrimientos de quien, viviendo en torero, encuentra su razón de ser.

-Naces un 5 de octubre de 1982, en Mesas de Asta, Jerez. ¿Cómo te llega la afición por el toreo?

-Apenas lo descubrí. La verdad es que en mi barriada no había afición a los toros. Allí predomina la afición a la caza y al fútbol. Fue en las fiestas patronales, cuando el propietario de una finca compró una vaca vieja, para hacer una matanza. Allí se llevó la vaca un montón de días; yo tendría siete u ocho años e iba a verla todos los días. Buscaba un trapo o la tela de una cortina y toreaba por las calles con un amigo, jugando al toro.

-El día de tu alternativa en El Puerto dejaste muy buen sabor y clase, sobre todo, con el capote. ¿Qué recuerdas?

-Lo primero que se me viene a la cabeza es cierto desencanto. Sé que con el capote hice cosas, pero me hubiera gustado dar más. Soy consciente de que si hubiese llegado más toreado hubiera podido dar más. Pero me dieron premios por el toreo de capote y me reconfortó saber que los aficionados me vieron cosas buenas.

-¿Y cómo vive un torero nuevo y modesto el tener pocas oportunidades?

-Hombre, te tienes que ajustar a la realidad, a las virtudes que posees. Te preguntas por qué estás aquí y si de verdad sientes el toreo. Son muchos esfuerzos y sufrimientos, pero te compensa vivir en torero cuando lo sientes, con ilusión. No me hago a la idea de vivir sin esto; me siento más realizado en esta lucha que trabajando en otra cosa. Y además, ves el comportamiento de las personas cuando estás arriba y abajo, y se aprenden muchas cosas.

-Eso que dices es bonito. En el toreo te das cuenta rápido de la gente de verdad y la gente de mentira. Cuando no salen las cosas y estás en el hotel solo con el mozo de espadas, con la cabeza agachada.

-Sí, pero a mí eso no me afecta. Uno sabe quién le quiere y quién no. Tengo mi círculo de gente y es el que me importa. Lo peor para un artista sí es el estar sintiéndote ante un toro y que no te sepan ver.

-Luego te han pasado cosas bonitas, como torear con José Tomás.

-Lo admiro muchísimo. Es uno de mis ídolos, fue como un sueño cumplido.

-Tu nombre ahora, Antonio, suena con fuerza para una posible sustitución en Jerez, dado que Manzanares parece que no va a poder estar. ¿Cómo lo vives, con fe o con resignación?

-Lo vivo con preparación. Tampoco ya soy un niño y tengo ya conocimiento de esto. Lo importante es estar preparado.

-Y torear en la plaza de Jerez, ¿qué te inspira?

-Soy de Jerez, aunque pienso que aquí aún no me han visto. Me he podido sentir más en Sevilla y en El Puerto, la verdad. Quizás porque en esas plazas he toreado más.

-Yo te veo como un torero de corte clásico.

-Al principio me dejaba llevar para hacer lo que fuera por triunfar. Tenía tantas ganas. Después he sido más fiel a mis sentimientos; trato de torear con naturalidad y, siempre que se pueda, torear con el alma.

-Decía en cierta ocasión Rafael de Paula que «el toreo es como fue, es y será». ¿Qué opinas?

-Claro. Recuerdo una entrevista a Camarón en la que le preguntaron: «¿Tú de qué escuela eres?» Y Camarón respondió: «La única escuela que sé yo es transmitir o no transmitir».

-Lo importante es emocionar.

-A mí me puede transmitir José Tomás o Rafael de Paula aun siendo diferentes.

-¿Tú te sientes solo ante el toro?

-Yo toreo para mí. Incluso he decidido torear sólo de salón. Me intimida mucho; para mí torear de salón es un ejercicio espiritual, me sirve como terapia. Me evado de todo, en mi mundo y mi sueño, y me creo que estoy en Sevilla y disfruto. yo solo conmigo.

-Solía decir Domingo Ortega que «al miedo se le vence estando preparado».

-Sí, el valor no es otra cosa que vencer al miedo; y una de las cosas es el conocimiento del oficio. El valor nace con uno, pero si no lo trabajas de poco sirve.

-¿Torear es una necesidad espiritual, económica.?

-Es una necesidad espiritual. Yo, si por ejemplo un día no toreo de salón. pues estoy nervioso. Yo necesito torear porque es lo que me gusta y lo que me relaja. Mi novia me lo dice. «¡Anda ya y vete a correr y a entrenar!», para verme relajado.

-Ahora que nombras a tu novia. El toreo tiene mucho de amor. ¿Torear a un toro o a una vaca. puede ser como amar fugazmente?

-Si no tienes amor por tu profesión no llegas a nada. Todos los grandes han amado a esta profesión.

-Amar, darlo todo sin esperar nada a cambio.

-Va más allá. ¿Cómo te explicas que toreros que estén ricos sigan jugándose la vida? El toro te exige cosas espirituales, no es sólo el dinero. El toro lo capta todo, no se le puede engañar.

-La soledad existe, pero. ¿la soledad del torero es la más sola del mundo?

-Relativamente. Es una soledad exquisita, no es una soledad amarga. Tú sacas tus sentimientos, y si logras llegar al público es que estás emocionado.

-¿Si el torero no está emocionado, no emociona?

-Hombre. los olés son diferentes. Te pueden jalear, pero no es lo mismo. Si logras emocionar a través de la magia y la genialidad. eso es el culmen.

-La creación, en esos momentos en los que uno está entregado, ¿cómo surge?

-Yo lo pienso, y a veces me surgen cosas que nunca había ni entrenado de salón. A veces en un remate salen cosas solas. Me gustaría que me ocurriesen más veces, pero no siempre la inspiración te viene. Noto que hay días que me siento mucho y otros días no sé por qué pero no lo estoy. Pero creo que la inspiración y la genialidad es cosa de muy pocos toreros. Yo le pido a Dios que me baje la inspiración. Me gustaría tenerla atada para que nunca se me fuera.

-Lo bonito es que la inspiración sea libre y rebelde.

-Claro, eso es la grandeza, que sea libre.

-¿Qué tiene el arte del toreo de sufrimiento?

-Hombre, dicen algunos cantaores que el que no ha sufrido no canta bien. Yo cuando he pasado fatigas he sacado cosas dentro de mí nuevas, como si torease ensimismado. No sé si el sufrimiento es necesario, pero sí que expresas esa rebeldía con otra expresión. El arte es la vida. Uno tiene que llevar cosas dentro para decirlas.

-¿Puede ser hasta bello ese sufrimiento?

-Claro que es bello, es algo como musical para uno mismo; es como torear con el alma, torear puro.

-¿Es importante la fidelidad a uno mismo?

-A mí me ha costado definirme, la verdad. Voy evolucionando como lo siento. Cuando me siento, lo hago con el alma. Me exijo mucho, y no siempre se consigue.

- Al fin y al cabo, como decía Belmonte, «se torea como se es».

-Está claro. Yo pienso que puedes conocer a una persona a través de su toreo.

-¿Qué puedes aportar a la afición de Jerez?

-Pues lo que llevo dentro, y realizarme. Me gustaría expresarle mi sentimiento y que ellos disfruten conmigo. Mi necesidad es dar lo que llevo dentro.