DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

IKEA, SÍ

Esta sucursal del mueble va a recibir una media de tres millones de clientes al año, que tendrán que pasar por nuestra ciudad La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hace mucho tiempo que no hablamos de una buena noticia como el asunto más destacado de la semana en Jerez. Últimamente los titulares en nuestra ciudad siempre llevan una de estas tres palabras: impago, nóminas, crisis. Claro, que habrá quien defienda que la llegada de Ikea no es un acontecimiento positivo para la ciudad, opinión que, por supuesto, respeto, pero que me parece un síntoma de miopia galopante. Yo estoy en el lado de los que piensan que la llegada de estos señores suecos es una muy buena noticia. En primer lugar, por las horas de trabajo y el negocio que ya han proporcionado a muchos durante la construcción del complejo, que no olvidemos que es el segundo más grande de España. El proyecto ha contado con una inversión de 60 millones de euros, de los cuales, digo yo que algo habrá caído a empresas jerezanas de los sectores de la construcción y los servicios y, como consecuencia, a trabajadores de Jerez. A continuación, habría que añadir los 301 puestos de trabajo directos que ha generado la propia tienda, y los indirectos que van a surgir, por ejemplo, en el transporte de muebles. Pero lo más importante de todo es que, según los cálculos de los suecos, y me da la sensación que esta gente no hace nada que no esté perfectamente medido, Ikea Jerez va a recibir una media de tres millones de visitas al año. Es decir, que tres millones de personas que antes no iban a venir por Jerez, ahora van a pasar por delante de nuestra casa. Habrá muchos que vengan con su coche, lo aparquen a la puerta de Ikea, compren sus muebles y se marchen por donde han venido. Pero habrá otros que quieran tomarse una tapa, comer en algún restaurante, conocer el centro de Jerez o, ya que estamos aquí, comprar en tal o cual tienda. Y por seguir sumando podríamos hablar del dinero que la compañía sueca se está dejando en publicidad en medios de comunicación jerezanos, es decir, más riqueza para la ciudad. En definitiva, considero que la llegada de esta gran tienda de muebles, con su gran despliegue de márketing y sus peculiares métodos de trabajo, trae más bonanzas que problemas a Jerez. Ahora bien, es cierto que estamos saturados de grandes superficies, que quizá hemos sobrepasado la raya y podamos estar poniendo en peligro a parte del comercio tradicional, que, por otra parte, debería aprovechar todo esto para reforzar sus valores -la cercanía, el trato, la especialización, la confianza, la marca- y, por qué no, aquellos que llevan treinta años con la misma fórmula, modernizarse y ponerse las pilas un poco más. En otras ciudades andaluzas como Málaga hay espectaculares centros comerciales en el extraradio, incluido Ikea, y, sin embargo, el centro sigue teniendo una actividad potente, sigue latiendo con fuerza. En ese sentido, el Ayuntamiento también debe contribuir con iniciativas originales y efectivas que atraigan a gran público al centro de la ciudad. Para empezar, podría ir mejorando las líneas del autobús urbano. En todo caso, la conclusión es que debemos extraer lo positivo de todo esto, que lo hay y en grandes cantidades, aunque también debemos tener claro que no significa que Ikea sea Mr. Marshall y vaya a solucionarnos la pila de problemas que acumulamos por estas latitudes. Es decir, Ikea no es la panacea -vaya, un pareado- pero sí puede ser un acicate para devolver la alegría y la actividad comercial perdidas en un Jerez que ana de capa caída y que empieza a tener motivos para sonreir.