PAN Y CIRCO

LAS OREJAS DEL LOBO

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No son precisamente las orejas de Lucas Lobos las que el Cádiz está viendo venir en estos días de sufrimiento, sino las de un lobo que muchos quisieron situar muy lejos el pasado verano y que ahora se está mostrando en toda su magnitud. La posibilidad de otro descenso es una realidad que se masca en los despachos de la casa amarilla y que para evitarla va a necesitar de un sobreesfuerzo por parte de una entidad que ha mostrado su lado más frívolo en el momento más inoportuno. Ver como el proyecto gestado por Peguero en Segunda B resulta fallido en una categoría superior, como la posibilidad de reforzar el caché de la plantilla en el mercado de invierno se quedó en nada y la por los siglos de los siglos inexplicable irrupción de un nuevo vicepresidente ejecutivo son demasiados errores de bulto en tan poco espacio de tiempo como para que no se produzcan graves consecuencias. El lobo ha venido avisando durante los últimos meses mientras en el club se tomaban sus aullidos a cachondeo, pero ahora todos corren despavoridos ante la presencia de la bestia. Menudo marrón, por tanto, el que le aguarda a todo el que esté dispuesto (son muchos los que ya se han borrado de la lista) a seguir acudiendo al Carranza a ver lo que queda de una temporada nefasta para los intereses de una entidad, una afición y una ciudad que se las prometían muy felices no hace tanto tiempo, que se lo pasaban pipa con el recital de derrotas del Xerez en Primera y que ahora no están para chistes porque resulta que los enemigos están en casa, haciendo y deshaciendo a su antojo hasta el punto de que el único objetivo posible en estos momentos es alcanzar el puesto 18 para que ese centenario vendido a bombo y platillo no haya que celebrarlo viajando a Estepona, Roquetas o Lucena, por poner ejemplos de las paradas y fondas que le aguardan al Cádiz en muy pocos meses.