Estudiantes franceses contra la normativa laboral. :: ERIC FEFERBERG/AFP
Sociedad

Culos que gritan

El 'repique de nalgas' contra la CEOE pone al día la ya clásica práctica de mostrar la retaguardia en señal de protesta o burla

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El culo es un diseño efectivo pero muy sencillo: dos masas carnosas, como almohadillas, y una hendidura que ya saben ustedes lo que oculta. Todos tenemos uno, todos hemos visto muchos, pero curiosamente esta parte del cuerpo humano sigue causando el estupor de siempre cuando, en un acto entre grosero y grotesco, la hacemos emerger de pronto como una pálida luna llena. Precisamente, en inglés se denomina 'mooning' (de 'moon', luna) el acto de mostrar el culo en señal de burla o protesta, eso que en España, aunque no todos los traseros sean precisamente lampiños, se llama 'hacer un calvo'. Las juventudes catalanas de UGT recibieron una buena azotaina virtual la semana pasada por convocar un 'calvo' colectivo con «repique de nalgas» contra la CEOE, pero, en realidad, sólo estaban poniendo al día una práctica de mucha solera, pacífica y, reconozcámoslo, bastante entretenida de ver.

Los estudiosos de la bajada de pantalón, que de todo hay en este mundo, se remontan a las crónicas de Flavio Josefo en su búsqueda de referentes históricos: los soldados romanos, dicen, les mostraron las posaderas a los peregrinos judíos allá por el siglo I. Pero, si no nos ponemos eurocéntricos, quizá sea mejor mirar a los maoríes, para quienes el ancestral 'whakapohane' constituye uno de los insultos más graves: unas nalgas poco amigables recibieron al capitán Cook a su llegada a Oceanía, y ese gesto ha quedado casi como una tradición en las relaciones entre Nueva Zelanda y los británicos. ¡Hasta la pobre Lady Di tuvo que sufrir el 'whakapohane' de un activista maorí durante una visita al país!

Ha habido sonados 'calvos' deportivos, como el del pertiguista alemán Tim Lobinger durante una final mundial en Mónaco (aunque, ciertamente, el hombre llevaba un tanguita) o el del conflictivo futbolista británico Joey Barton a los seguidores del Everton. Ha habido 'calvos' cinematográficos: lo del culo al aire hace pensar en las películas americanas sobre fraternidades, pero quizá el más recordado de los últimos años sea el multitudinario de 'Braveheart', favorecido por el descapotable 'kilt' escocés. Y también ha habido 'calvos' musicales, porque a las estrellas del rock les suele gustar mucho eso de airear la retaguardia... Por desgracia, gente como Ozzy Osbourne ha dejado muy poco espacio a la imaginación.

Pero los dominios por excelencia de esta práctica son los del gamberrismo juvenil, primordialmente masculino, anglosajón y ebrio. Todos los años detienen a algún inglés en algún lugar del mundo por deslumbrar a la población local con su pandero extrablanco. Y, en Estados Unidos, se llega al extremo de 'calvos' organizados como el de Laguna Niguel, en California, donde un día al año se reúnen miles de personas para saludar de esta manera a los trenes de la compañía Amtrak: este año el fiestón se celebra el 10 de julio, por si les interesa participar. Aunque quizá prefieran -ya saben que los gustos son como los culos, cada cual tiene el suyo- comprar un billete de tren y disfrutar del paisaje.