Editorial

Vuelve la banca pública

El regreso tiene que ser coyuntural y cesar cuando retorne la normalidad a la economía

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El presidente de la patronal, Gerardo Díaz-Ferrán, pidió al Gobierno el pasado 12 de febrero que «excepcionalmente» el Instituto de Crédito Oficial suministrara directamente crédito a las pymes durante 2010. Y el Gobierno incluyó esta medida en el catálogo que el 1 de marzo puso sobre la mesa del pacto que pretendía obtener con los restantes partidos. La propuesta, que lógicamente ha sido bien vista por las fuerzas políticas, hace referencia a créditos de hasta 200.000 euros concedidos directamente por el ICO -que atenderá las peticiones en las oficinas bancarias- con una cobertura de riesgo del 100% y comercializados a través de una entidad financiera de ámbito nacional seleccionada por concurso. La medida había sido reclamada además por los analistas económicos y por una parte relevante de la opinión académica; todos ellos consideraban indispensable cortar desde el sector público el perverso círculo vicioso de la escasa financiación proporcionada por las instituciones de crédito -bancos y cajas- ligada a la elevada morosidad que ha sido consecuencia de la crisis, que impide a los agentes financieros contraer más riesgos. En cualquier caso, el empeño es de gran envergadura ya que alcanza a más de 3.400.000 empresas de entre 1 y 249 empleados, que representan el 99,86% de las empresas españolas (excluidas de ese cómputo la agricultura y la pesca). Según la OCDE, las empresas de menos de 20 trabajadores generan más del 89% de empleo en España. La puesta en marcha de esta medida no será simple puesto que habrá que conciliar la universalidad que se pretende con ciertas garantías de solvencia en el prestatario. Ni sería lógico un rigor excesivo en la evaluación del riesgo de los créditos ni resultaría admisible que el dinero público fuera distribuido alegremente sin asegurar su reintegro ni velar escrupulosamente por el logro de sus objetivos, que en este caso son el mantenimiento del empleo (y la generación de nuevos puestos de trabajo) y en última instancia la recuperación del dinamismo económico. De cualquier modo, es claro que este regreso a la banca pública tiene que ser coyuntural y ha de cesar en el momento en que tanto el sistema financiero como las estructuras económicas recuperen la normalidad.