:: TEXTO: CARLOS BENITO :: FOTOGRAFÍA: ISRAEL LEAL/AP
Sociedad

Mono de turistas

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No se dejen engañar por las apariencias, que seguro que el más formal de la foto es el mono. El animal, al fin y al cabo, se limita a cumplir con su tarea: a él le pagan -sí, es un decir, pero esa correa que le ciñe el cuello viene a ser un contrato laboral- por trepar encima de los turistas, hacer monerías y retratarse con ellos, así que tiene todo el derecho del mundo a elegir la zona del cuerpo que más le atraiga. Quizá su dueño, esa mano un poco siniestra que asoma en la esquina, sí albergue pensamientos algo más turbios sobre la convexa geografía que el simio explora con tanta dedicación.

Pero, si hablamos de informalidad, es muy probable que las chicas se lleven la palma. Las muchachas forman parte de la horda de 25.000 estudiantes estadounidenses que visitan Cancún estos días con motivo de su 'spring break', las vacaciones de primavera, una especie de contrarreloj de los excesos. No resulta difícil hacerse una idea de lo que van a buscar todos estos jóvenes en las playas mexicanas, pero es que ni siquiera hace falta, porque aparece hasta en la Wikipedia: «Borracheras, uso de drogas recreativas y promiscuidad sexual». Observen el azulado brebaje que consume la chica tumbada y vean también ese abigarramiento de pulseras de 'todo incluido' que garantizan el suministro día y noche. Tras la pesadilla de los huracanes y la gripe porcina, Cancún celebra estos días que vuelve a ser una ruidosa bacanal con acento yanqui, un largo brindis al sol, una jaula de monos.