«Las declaraciones de Willy Toledo no son afortunadas, no ayudan al cine español»

Tras producir los últimos filmes de Coppola, Ken Loach y Álex de la Iglesia, Gerardo Herrero (Madrid, 1953) viaja mañana a los Oscar con 'El secreto de sus ojos'. Ese mismo día llega a las salas su decimocuarta película como director, 'El corredor nocturno', la turbia historia de atracción entre un ejecutivo arribista (Leonardo Sbaraglia) y un mefistofélico desconocido que le promete éxito en los negocios (Miguel Ángel Solá).

-¿Cree que hay algún ejecutivo que no haya vendido su alma al diablo?

-Supongo que quedan muy pocos. Eso sí, a los que sobreviven en esa competitividad brutal les va muy bien. Mira cómo se jubilan los presidentes de los bancos y los consejeros de muchas empresas. Debe de ser muy difícil mantenerte íntegro en medio de esos beneficios escandalosos.

-¿Un productor utiliza esas tácticas?

-Afortunadamente no llegamos a esos niveles. Aunque nadie es inocente ni puro, ¿eh?.

-Una película muy oportuna con la que está cayendo.

-Trato de mostrar cómo afecta el trabajo en tu vida personal, qué ocurre cuando te ponen delante un espejo en el que no quieres verte. Cuando descubrí la novela de Hugo Burel ya se vislumbraba esta crisis. Me apetecía rodar un 'thriller' diferente, que además hablara del mundo laboral. Nos pasamos la vida en la oficina, pero en el cine los personajes nunca trabajan.

-¿La ha rodado en Argentina porque es más barato?

-No, la acción del libro transcurre en Montevideo. Conozco muy bien Buenos Aires, y pensé en Miguel Angel Solá y Leonardo Sbaraglia, que viven en Madrid. A mí me gusta más Sbaraglia cuando trabaja con acento argentino que en español. Pero esta historia podría pasar en cualquier ciudad del mundo.

-Su productora ha estrenado nueve largometrajes en 2009. Parece que no le afecta la crisis.

-Son películas que se habían rodado antes. He pasado de producir nueve a cuatro por año. Es el mínimo para mantener mi productora sin despedir gente.

Un Oscar para dos países

-En su día fue muy crítico contra los Cineastas contra la Orden, que paralizaron la Ley de Cine en Bruselas: «Son idiotas que chupan del bote y hacen películas que no interesan a nadie».

-Me pillaron en un momento malo, estaba rebotado porque ese día me habían denegado un préstamo; los bancos se asustaron porque la Orden estaba paralizada. Sigo pensando lo mismo. El cine español necesitaba un cambio para rodar películas más competitivas. Con el dinero que había sólo se podían hacer peliculitas de autor, que no deben ir por el sistema del cine industrial, sino con subvenciones anticipadas del Ministerio de Cultura. 'Los condenados ' o 'La mujer sin piano' no pueden pedir préstamos de producción. No estoy en contra de ese cine de autor, pero se equivoca en su estrategia, las cifras de sus películas en taquilla demuestran que digo la verdad. Habría que generar un modelo económico que permita esas películas y también otras más industriales, como 'Celda 211' y 'El secreto de sus ojos', o la que ruedo con Álex de la Iglesia, que cuesta casi 7 millones de euros.

-¿Cuál es el mayor peligro que se cierne sobre el cine español?

-Si se aprueba la Ley Audiovisual va a ser un desastre. Si las televisiones dejan de financiarnos, no podremos hacer ninguna película. Sin ellas, sólo quedarían unas cuantas cintas de autor, Almodóvar y Amenábar. El cine medio, de donde sale 'Celda 211' o 'El secreto de sus ojos', sería inviable.

-Declaraciones como las de Willy Toledo, tachando de delincuente al disidente cubano Orlando Zapata, tampoco despiertan simpatías.

-No ayudan al cine español. No creo que Willy Toledo tenga la información necesaria para saber qué le ha pasado a este señor, que ha muerto tras una huelga de hambre por denunciar que no hay libertad de expresión en Cuba. No me parecen unas declaraciones muy afortunadas.

-'La cinta blanca' es un duro contendiente en los Oscar.

-Y 'El profeta'. A ver si damos la sorpresa, me haría tanta ilusión... Después del éxito del filme en Argentina y España estaría bien que tuviera la oportunidad de estrenarse en buenas condiciones.