La sala de vistas de la Sección Octava de la Audiencia provincial estuvo atestada toda la mañana. :: JAVIER FERNÁNDEZ
Jerez

«Me dieron un botellazo en la cabeza y después sentí un pinchazo en el ojo»

Varios de los testigos cambiaron en el juicio su versión de la pelea del botellódromo que terminó con un herido grave en el hospital

JEREZ. Actualizado: Guardar
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La sala de vistas de la Sección Octava de la Audiencia provincial estaba a rebosar: en el banquillo de los acusados, cuatro jóvenes (uno de ellos en prisión) implicados en una pelea que el pasado 25 de octubre de 2008 terminó con Adrián Iglesias en el Hospital de Jerez con unas lesiones tan graves que le provocaron la pérdida de un ojo; y en la puerta de la sala, 18 testigos que entrarían poco a poco a dar su versión de lo ocurrido aquella fatídica noche en el botellódromo.

Cada uno de los cuatro acusados dio una versión distinta de lo ocurrido. El presunto autor material de la agresión, M. F. O, que se encuentra en la cárcel desde entonces, insistió en que la pelea fue entre la víctima y otro de los acusados y que no participó en el altercado. El segundo de ellos, J. M. R, reconoció que lanzó una botella al verse amenazado por Adrián y que no solamente ellos dos acabaron pegándose. Las declaraciones de los dos últimos implicados fueron más parecidas entre ellas aunque con la diferencia fundamental de que uno (E. F. R.) aseguró que la botella fue lanzada hacia Adrián mientras que el otro (S. M. B.) dijo que la botella no fue por los aires sino que J. M. R. la sostenían con la mano. Este último añadió, además, que el presunto agresor tiró a la víctima el trozo de cristal que le quedaba entre los dedos después de que la botella se rompiera contra el rostro de Adrián.

Además de la descripción del momento de la agresión, uno de los puntos más controvertidos de la sesión de ayer fue el contacto que tuvo un familiar de uno de los implicados con el resto: «Fue a mi casa el lunes para decirme que estábamos en busca y captura y que no lo delatara si venían a por mí», recordó uno de los implicados. Los otros tres acusados coincidieron en este mismo punto asegurando que este familiar les pidió que «no lo culpara más de lo que ya tenía».

Botellas como armas

El altercado no hubiera pasado de ser una pelea más si no hubiera sido por las graves consecuencias. Adrián Iglesias perdió un ojo y tuvo que ser operado de urgencia esa misma noche. El joven tendrá que pasar periódicamente por el quirófano para cambiar las prótesis oculares además de someterse a otras intervenciones para reconstruirle el párpado dañado por el cristal. «Me alejé del grupo con el que estaba porque fui a orinar. La agresión se produjo a la vuelta y no vi quién lo hizo. Me dieron un botellazo y acto seguido sentí un pinchazo en el ojo. Sólo una persona me estuvo pegando», dijo el joven que en aquel momento tenía 21 años. La víctima aseguró que el botellazo le llegó por el aire mientras que el pinchazo «fue con la mano». Además de estas lesiones graves, padeció molestias por todo el cuerpo.

Si en una cosa coincidieron los acusados, la víctima y los testigos fue en la tardanza de la Policía Local en acudir al aviso de la pelea. La víctima recordó que «me alumbraron con una linterna y me dijeron que volverían. Lo hicieron ya con la ambulancia». Todos aseguraron que los agentes tardaron más de 20 minutos en llegar y algunos de ellos, dijeron que hasta media hora. Los servicios sanitarios, según las declaraciones de ayer, se demoraron durante 45 minutos.

Jornada maratoniana

Tal y como se preveía, la sesión de ayer fue maratoniana puesto que había llamados a declarar hasta 18 testigos que habían presenciado la agresión, los momentos anteriores y los posteriores. Las contradicciones fueron la tónica dominante de estas intervenciones puesto que varios de ellos cambiaron ayer su versión de los hechos. Incluso hubo quien, habiendo reconocido a algunos de los acusados en una rueda de reconocimiento, aseguraron ayer no recordar los rostros.

La mayoría de ellos señaló que la pelea se produjo solamente entre J. M. R. y Adrián aunque hubo quien aseguró que «M. F. O. se ensañó con el chaval». Las dudas que mostraron algunos de los testigos sobre lo ocurrido en el botellódromo llegaron a tal extremo que la jueza encargada del caso planteó a uno de ellos si había sufrido presiones o coacciones para cambiar su declaración, tras recordarle que podía cometer ante el tribunal un delito por falso testimonio.