Un camello arrastra víveres en una calle de un Stalingrado destrozado, poco después de la Segunda Guerra Mundial. :: THOMAS D. MCAVOY/GETTY
Sociedad

Con dos jorobas

Rusia levanta un monumento en homenaje a dos camellos que arrastraron piezas de artillería del ejército soviético hasta la toma de Berlín en 1945. La gesta les ha valido el trato de 'héroes de guerra'

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La obsesión con los monumentos y el deseo de dar cada vez mayor relevancia al recuerdo de la II Guerra Mundial está llevando a las autoridades rusas a promover iniciativas especialmente peculiares. Como la que se le ha ocurrido al alcalde de la localidad de Ajtubinsk (región de Ástrajan), Amanga Naruzbáyev. Consiste en erigir una estatua a dos 'legendarios' camellos que llegaron hasta Berlín con las tropas del ejército soviético en 1945.

Se llaman Masha y Misha, diminutivos respectivos de María y Mijaíl, y serán distinguidos póstumamente como héroes de guerra por haber recorrido el camino entre Nizhni Baskunchak, en donde vivían cuando comenzó la contienda, hasta la capital alemana. Durante el recorrido (cerca de 2.400 kilómetros) arrastraron todo tipo de cargas, incluyendo piezas de artillería.

«El 8 de mayo de 1945, los cañones que llevaban Masha y Misha sirvieron para proteger a los soldados que izaron la bandera de la victoria sobre el Reichstag», señala la nota de prensa de la oficina del gobernador de Ástrajan. El mismo comunicado asegura que los dos animales, trasladados a Rusia desde el vecino Kazajstán, fueron «incorporados a filas» en 1941.

El gobernador, Alexánder Zhilkin, apoyó desde el primer momento la «brillante» idea de Naruzbáyev. Según su opinión, «se trata de un capítulo de la historia poco conocido y aporta algo nuevo y curioso a los actos conmemorativos». El monumento será instalado en una céntrica plaza de Ajtubinsk y deberá estar listo antes del próximo 9 de mayo, cuando en toda Rusia se celebrará el 65 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi. La composición escultórica, según la vicealcaldesa de Ajtubinsk, Larisa Shmúdova, será de bronce y representará a los dos camellos junto con un soldado soviético. Incluirá además una placa con la lista de todas las ciudades por las que pasó en su camino hacia Berlín el regimiento de artillería 902, al que estaban adscritos los animales, y la frase '¡Nosotros vencimos!'

Shmúdova cuenta que, una vez acabada la guerra, se dio la orden de sacrificar a Masha y Misha, pero, citando testimonios recogidos en documentos de archivo, recuerda que «los soldados se opusieron diciendo que no se puede matar a un héroe». Los camellos se quedaron al final en el zoológico de Berlín y vivieron mucho años.

A unos 100 kilómetros de Ajtubinsk, río Volga arriba, en Volgogrado, ciudad que se llamó Stalingrado hasta 1961, tampoco se han quedado atrás a la hora de discurrir algo original para festejar la victoria. El pasado 2 de febrero se celebró el aniversario del final de la sangrienta batalla de Stalingrado. Con ese motivo, la fábrica de refrescos gaseosos 'Sayán' puso a la venta botellas con el retrato de Stalin en la etiqueta.

La figura del cruel dictador soviético se ha visto enaltecida en los últimos años en Rusia, al considerársele el artífice de la derrota de los nazis. Y eso, a pesar de los errores que hicieron que el coste del triunfo en vidas humanas fuera excesivamente alto (más de 26 millones de personas incluyendo a los civiles). El ex presidente y actual primer ministro ruso, Vladímir Putin, fue el que decidió devolver su esplendor a los desfiles militares en la Plaza Roja.

Para elevar la autoestima

«A falta de otras victorias, por ejemplo, en los terrenos económico y social, los dirigentes rusos tratan de elevar la autoestima nacional subrayando la relevancia de gestas pasadas y fomentando su recuerdo», afirma la disidente rusa, Valeria Novodvórskaya. El año pasado, pese a la crisis económica, el desfile conmemorativo del 64 aniversario de la victoria sobre los alemanes fue el más espectacular que se recuerda desde los tiempos del dirigente comunista Leonid Brézhnev, con exhibición de misiles nucleares y con un gasto organizativo superior a los 35 millones de euros.

Este año, como prometió el presidente Dmitri Medvédev en su reciente discurso de fin de año, la parada militar será aún más grandiosa por tratarse de una fecha redonda, el 65 aniversario. «En lugar de emplear el dinero en ayudar a los pobres, en centros sanitarios, escuelas y en pagar mejor a médicos y maestros, prefieren gastárselo en desfiles y monumentos», se lamenta Novodvórskaya.