EL PERFIL

ADELAIDA BORDÉ

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Es probable que muchos de los interlocutores de Adelaida -por escasa atención que le presten- hayan llegado a la conclusión de que ella ejerce y vive la profesión de traductora. Su manera atenta de escuchar, su forma precisa de responder y su modo riguroso de emplear las palabras ponen de manifiesto el hábito de interpretar episodios, de situarlos en lenguas diferentes, en contextos culturales alejados y, a veces, en épocas distantes.

Y es que, efectivamente, ella se dedica a realizar excursiones a los misteriosos territorios de las palabras y a efectuar incursiones en las profundidades de los episodios humanos. Ahí radica, pienso, su agudeza para extraer las sustancias de los textos y su destreza para componer relatos perdurables y poemas melodiosos. A mí me llama la atención esa voz queda con la que, además de precisar el significado de las palabras, las acaricia con respeto y con fruición. ¿Se han fijado en la habilidad con la que capta los ecos de los rincones más entrañables de su San Fernando?.

No me cabe la menor duda de que ella parte del supuesto de que este paisaje urbano es el resultado no sólo de las luces y de las sombras cambiantes que lo bañan, sino también el depositario de los ecos de esos episodios humanos protagonizados por sus habitantes. No es extraño, por lo tanto, que Adelaida nos escriba con la intención de descubrirnos el valor profundo, la nobleza íntima y la belleza esencial de cada cosa.