Opinion

España y la sombra griega

La ayuda de la UE a la economía helena y el 'Financial Times' disipan las comparaciones

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La Unión Europea ha demostrado en esta ocasión más reflejos de los habituales: los ministros de Economía de la Eurozona se reunieron ayer con urgencia por videoconferencia para acordar un plan de rescate de Grecia, afectada por un déficit inmanejable y por el lamentable intento de ocultación de los malos datos ante Bruselas. Almunia, comisario de la Competencia, había declarado previamente que la UE, por responsabilidad, asume el deber de adoptar tal iniciativa pese a que también hubiera podido hacerlo en teoría el FMI, del que son miembros los Dieciséis. Alemania había expresado igualmente su firme compromiso con el plan, que en realidad consiste en ofrecer avales para los bonos griegos, y Sarkozy, que recibía ayer a Papandreu en París, se ha puesto rápidamente a la cabeza de la operación.

El socorro de emergencia a Grecia, dispuesto con rapidez para evitar que los especuladores aprovechen la coyuntura para cebarse con el euro, confirma con hechos la evidencia de que la crisis griega no tiene nada que ver con la española; el propio 'Financial Times' afirmaba ayer en un editorial -tardío- que el problema español es mucho más semejante al británico que al griego. Y Salgado podía decir también ayer, con razón, en el Congreso que España será protagonista de este salvamento financiero, pero no como beneficiaria sino como cooperadora; su tesis de que España no es Grecia ha sido corroborada. Y las Bolsas europeas reaccionaban con subidas significativas -la de Madrid cerraba con un alza del 1,75%-, tanto porque el problema de insolvencia queda limitado al país heleno como porque se ha acreditado la firmeza colectiva de la Eurozona para defender su divisa.

Los agentes sociales griegos, por su parte, han tenido esta vez el don de la inoportunidad: es un sarcasmo que los funcionarios helenos recibieran con una huelga general la buena noticia de la redención, dolorosa, de su país. De cualquier modo, Bruselas ya se ha ocupado de manifestar que la desviación griega no le saldrá gratis a ese país: el auxilio que se le presta debe resultar disuasorio y capaz de desanimar a los desaprensivos que, como en este caso, llevan su electoralismo al extremo de falsear la estadística.