PAN Y CIRCO

¡ÁNIMO BRIGADAS!

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La semana ha transcurrido en Cádiz con la sensación de estar más vigilados que nunca con motivo de la reunión que han mantenido ese grupo de mujeres europeas muy poderosas socias de un club que nunca tiene problemas para llegar a final de mes, pero que es incapaz de poner freno a la miseria económica de sus conciudadanos. Estos días también han venido marcados por un comunicado emitido por las Brigadas Amarillas en el que expresan su rechazo al trato que sufren cada quince días cuando acceden a sus localidades en Carranza. No le falta razón a este veterano grupo de aficionados que con el paso de los años ha pasado de ser analizado con lupa a convertirse en uno de los pocos argumentos dignos de tener en cuenta que le quedan al cadismo. En la misma semana en la que la policía ha tomado la capital como si de un territorio hostil se tratara, registrando a algunos ciudadanos como si éstos portaran una bomba en su maletero, un grupo muy respetable de cadistas ha dicho basta al comportamiento de unos señores amantes del mamporro y el menosprecio a las primeras de cambio. La policía tiene la virtud de no estar cuando la necesitas y el defecto de dar la nota cuando su presencia no es requerida; además de no saber casi nunca manejarse con solvencia en los estadios. Cierto es que son espacios frecuentados por ciertos cafres, pero en los que también se mide con el mismo rasero a un chufla que a cientos de hinchas que acuden a dejarse notar animando a su equipo. Esa insistencia por convertir cualquier manifestación pública -y un partido de fútbol es de los pocos sitios donde uno puede desconectar- en un estado policial va a acabar provocando un serio disgusto un día y al igual que hay que expulsar de los campos a los que no saben estar también sería conveniente que los que tienen que mantener el orden no pierdan los papeles en cuanto se uniforman.