Fotograma de 'Frida'. / Archivo
cine

El pincel y la cámara, una fructífera alianza

'Renoir', de Guilles Bourdos, es la última de una larga serie de cintas que bucean en la trayectoria de los grandes maestros de la pintura

MADRID Actualizado: Guardar
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La pintura y el cine son dos de los principales vehículos de expresión de la creatividad del ser humano. La historia de uno está indisolublemente unida a la presencia del hombre sobre la faz de la tierra. La del otro arrancó a finales del siglo XIX, merced a la inventiva de los hermanos Lumière. Pero sus caminos se cruzan una y otra vez, facturando producciones llenas de sensibilidad y no exentas de controversia ante los dibujos que pintan de algunos de los más ilustres genios del pincel. La última en llegar a las pantallas, este mismo viernes, ha sido 'Renoir', una película francesa dirigida por Guilles Bourdos que narra los últimos años de la vida de quien fuera uno de los más ilustres representantes del impresionismo. Estas son algunas de sus más dignas predecesoras.

'Rembrandt' (Alexander Korda, 1936)

Hasta la Ámsterdam de la primera mitad del siglo XVII se remontó uno de los maestros del cine histórico, el húngaro Alexander Korda, para narrar el apogeo y posterior declive del pintor holandés, al que encarnaba con la solvencia que le caracterizaba el británico Charles Laughton. El biopic ponía el foco en los aspectos más emocionales de la vida del artista, como el impacto que le causó la muerte de su esposa. Un trabajo que se vio engrandecido por los magníficos decorados de Vincent Korda, hermano del realizador, y por la impagable actuación de Elsa Lanchester como Hendrickje Stoffels, sirvienta y amante de Rambrandt.

'Moulin Rouge' (John Huston, 1952)

El autor de joyas del séptimo arte como 'El tesoro de Sierra Madre' (1948) o 'La jungla de asfalto' (1950) consagró este filme a Henri de Toulouse-Lautrec, el atormentado representante del posimpresionismo cuya vida quedó marcada por una enfermedad que afectó al desarrollo de sus huesos y que centró su obra en ambientes cerrados y en personajes de los bajos fondos parisinos con los que se dedicó a alternar desde que se instaló en el barrio de Montmartre. José Ferrer ponía rostro al pintor en un largometraje que ponía el acento en sus relaciones con las mujeres y que también contaba con la presencia de Zsa Zsa Gabor, Suzanne Flon y Christopher Lee, entre otros. Dos Oscar -dirección de arte y diseño de vestuario- vinieron a ratificar la calidad de la película.

'El loco del pelo rojo' (Vincente Minelli, 1956)

Leonardo Da Vinci. Miguel Ángel Buonarotti, Caravaggio, Modigliani o Tiziano fueron algunos de los pintores italianos que elevaron el espíritu humano con sus creaciones. Sin embargo, uno de los cineastas más reputados de ese país, Vincente Minnelli, prefirió concentrarse en el holandés Vincent Van Gogh en este título en el que Kirk Douglas ponía rostro al autor de óleos como 'El dormitorio en Arles' o 'Los girasoles', reflejando tanto sus inquietudes artísticas como sus desvelos personales y haciendo especial hincapié en la relación con sus hermano Theo. La cinta le deparó un Oscar a Anthony Quinn en el apartado de mejor actor secundario por su interpretación de Paul Gauguin.

'El tormento y el éxtasis' (Carol Reed, 1965)

Un libro de Irving Stone sirvió como base a este filme en el que el director de 'El tercer hombre' (1949) revivía las tensiones desatadas en torno a la decoración del techo de la Capilla Sixtina por parte de Miguel Ángel. Charlton Heston, por entonces en lo más alto de su carrera tras protagonizar 'Ben-Hur' (William Wyler, 1959) y meterse en la piel de 'El Cid' (Anthony Mann, 1961), fue el encargado de dar vida a uno de los grandes maestros del Renacimiento en un filme que pese a contar con cinco nominaciones, se fue de vacío en la 38 edición de los Oscar.

'Andreï Rubliev' (Andrei Tarkovsky, 1966)

Para su tercer largometraje, el cineasta Andrei Tarkovsky escogió al gran pintor ruso y monje, cuya vida le sirvió para tejer un emocionante retrato de las condiciones de vida de la Rusia de comienzos del siglo XV, marcada por la escasez de alimentos, la persecución religiosa o las invasiones tártaras. Sin duda, uno de los mejores trabajos del autor de 'Solaris' (1972).

'Goya en Burdeos' (Carlos Saura, 1999)

Pocos temas han escapado de la mirada del realizador español Carlos Saura. La pintura no es uno de ellos. Sobre este arte puso su foco el cineasta aragonés en una película en la que el papel del genio de Fuendetodos se lo repartían Jose Coronado y Francisco Rabal, encargado este último de rememorar sus andanzas en un relato que tiene como destinataria a su hija Rosario. Intrigas políticas, pasiones amorosas y las glorias y miserias de la fama son los ingredientes de una narración que contaba con la presencia de otras grandes figuras de la escena española como Maribel Verdú o Josep María Pou.

'Pollock. La vida de un creador' (Ed Harris, 2000)

Tras engrandecer con su sólida presencia filmes como 'Apolo 13' (Ron Howard, 1995) o 'El show de Truman' (Peter Weir, 1998), Ed Harris eligió a uno de los artistas estadounidenses más influyentes del siglo XX para su ópera prima como director, Jackson Pollock. El mismo Harris asumió el reto de meterse en la piel de este maestro del expresionismo abstracto cuya corta vida estuvo marcada por su dependencia del alcohol. Un acertado estreno que le valió a Marcia Gay Harden el Oscar a la mejor actriz secundaria.

'Frida' (Julie Taymor, 2002)

Salma Hayek vio satisfecho un sueño cuando consiguió llevar a la gran pantalla la vida de Frida Kahlo, pintora que ya fue objeto de la atención de Paul Leduc en un filme de 1984. La historia de esta mujer de humildes orígenes que alcanzó la gloria a base de talento y que hubo de sobreponerse a múltiples dificultades que jalonarían su existencia le permitió lucirse a la mexicana, que tuvo como compañeros de reparto a Alfred Molina, en el papel de su amante Diego Rivera, y Antonio Banderas, en el de otro de los grandes abanderados del muralismo mexicano, David Alfaro Siqueiros. La película logró dos nominaciones a los Oscar, de las que materializó dos: maquillaje y banda sonora.

'La joven de la perla' (Peter Webber, 2003)

Un reparto equilibrado, en el que sobresalía la delicadeza de Colin Firth y las buenas maneras de una Scarlett Johansson en constante ascenso, una elaborado guión desarrollado a partir de un 'best-seller' de Tracy Chevalier y la bella fotografía de Eduardo Serra fueron los grandes aciertos de un largometraje que incidía en la desventura personal de Johannes Vermeer, atrapado entre la fidelidad a su esposa y su pasión por una criada erigida en musa, que corría paralela a su exitosa carrera artística, auspiciada por el maquiavélico Van Ruijven. Tras candidaturas a los Oscar constataron la calidad del filme.

'El Greco' (Yannis Smaragdis, 2007)

Nick Ashdon puso rostro a Doménikos Theotokópoulos en un filme irregular que viajaba desde Creta, isla donde dio sus primeros pasos como pintor, hasta Toledo, donde alcanzó un éxito no exento de amargura debido a la tensa relación que mantuvo con su protector, el cardenal Fernando Niño de Guevara, quien acabó llevándole en esta película hasta el tribunal de la Santa Inquisición. Los errores históricos y la introducción de secuencias amorosas que no casaban bien con el relato minaron un largometraje que también contó con la presencia de Laia Marull y Juan Diego Botto.