FÚTBOL

La Liga antes de la revolución

El Barça paga la mala planificación, la falta de rotaciones, el cúmulo de lesiones y la ausencia de previsión incluso en el mercado de invierno mientras intenta refugiarse en un título que no es un consuelo

BARCELONA Actualizado: Guardar
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El Barça intenta refugiarse en un título de Liga que todavía no está cerrado para protegerse del doloroso global de 7-0 en contra con el que el miércoles cerró su paso por la semifinal de la Liga de Campeones. El objetivo es dar al campeonato de la regularidad el realce que se merece, recordar que no es un consuelo, sino un éxito. Como dijo Alves tras la debacle europea ante el Bayern: «Si nos tomamos la Liga como un consuelo, mal vamos o no hemos entendido nada». El trabajo de Tito Vilanova consiste ahora en levantar el ánimo de unos jugadores que por primera vez en sus últimos años de carrera se han sentido inferiores a un rival. La tarea es complicada porque el palo fue fuerte, pero el premio de ganar al Betis el domingo en el Camp Nou prácticamente sería el título. Levantar lo otro, el físico, es imposible a estas alturas de temporada. La mala planificación, la falta de rotaciones, el escaso fondo de armario, la encadenación de lesiones y la ausencia de una previsión incluso en el mercado de invierno han provocado que el Barça llegue agotado física y psicológicamente al mes de mayo. Tendrá que ganar la Liga con respiración artificial.

Pide Sandro Rosell a los medios de comunicación que desmenuzan la actualidad del club azulgrana que se respete este mes antes de publicar listas de fichajes y bajas, pero la necesidad de una renovación es tan evidente que por primera vez en la historia de la entidad son los propios jugadores, normalmente corporativistas, los que están pidiendo cambios. El primero fue Iniesta tras el 4-0 de la ida, cuando avisó: «Tenemos que mejorar en todo, y todos». Y después del 0-3 de la vuelta, todavía en caliente, Piqué fue todavía más directo: «El club debe tomar decisiones».

Sin Messi se desmonta el tinglado

Es la consecuencia de la frustración de un equipo que ya en el Allianz Arena supo que ante este Bayern no tenía ninguna opción. Y menos con Messi al 40% en Múnich y sin él en el Camp Nou por una lesión muscular que para colmo crea suspicacias provocadas por la opacidad del club. Justificada o no su ausencia en la vuelta, le doliera más o menos, se borrara para librarse de la humillación o no (al fin y al cabo nadie valoró su esfuerzo en la ida...), lo cierto es que no se puede montar todo un proyecto alrededor de un único jugador porque un día puede ser baja. El Barça ha tenido suerte de que sea su primera lesión en cinco años. Pero sin él se ha desmontado el tinglado.

Su caso es curioso.Víctima de su propio protagonismo, si juega en Múnich es porque manda más que el entrenador y se autoimpone en el once pese a no estar en condiciones. Y si no juega en el Camp Nou es porque se borra por cobarde. Seguro que ni una cosa ni la otra, pero no se puede negar que el Barça no ha sabido ser claro en ese asunto. Como tampoco en la operación de rodilla a la que se sometió Puyol por iniciativa propia, dicen que sin consultar con el cuerpo técnico, molesto porque tampoco se valoraba que jugara con molestias, irritado porque no se contaba con él ante el Milan. Otra cuestión que nadie ha querido aclarar, ni siquiera el propio jugador. Tampoco ayuda Tito Vilanova con su falta de autocrítica tras el 4-0 de la ida, calificado como un accidente. Posiblemente solo fuera una forma de tapar las carencias del equipo en este momento de la temporada, pero sonó fatal.