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Los primeros en todo

CaixaForum Madrid acoge una exposición que repasa la misteriosa Mesopotamia, donde nació la primera ciudad, la escritura o la Justicia

MADRID Actualizado: Guardar
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Es una de las grandes desconocidas para el gran público, pero su importancia fue vital para el desarrollo posterior del resto de las civilizaciones. En Mesopotamia nació la escritura como la conocemos ahora, los primeros fundamentos judiciales. Y la cuna de estos logros, además de ser un primigenio ejemplo de planificación territorial y arquitectura monumental, fue la que está considerada como la primera ciudad del mundo. Estuvo en el sur de lo que en la actualidad es Irak, se llamó Uruk, tuvo una población de unas 40.000 personas y logró su esplendor hacia el 3.500 a. C.

Una historia que desde mañana miércoles se puede visitar en ‘Antes del Diluvio. Mesopotamia, 3500-2100 a. C’, una exposición de CaixaForum Madrid que reúne unas 400 piezas procedentes de 32 museos y coleccionistas de todo el mundo relacionadas con los distintos aspectos de la cultura que se desarrolló en las llanuras aluviales del Tigris y el Éufrates en los milenios IV y III a. C. A partir de obras de arte y artesanía, joyas y objetos rituales, textos y símbolos, la muestra presenta las investigaciones más recientes en torno a ese periodo y se interroga sobre la interpretación que han hecho del mismo los historiadores y arqueólogos de distintas épocas.

La exposición, comisionada por Pedro Azara, arquitecto y profesor titular de estética en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), muestra cómo Uruk creó la primera red de comunicaciones, con sus vías, canales y postas, se desarrollaron jerarquías sociales y la división del trabajo, el capitalismo, un poder fuerte (monárquico o imperial), la escritura, el cálculo, las unidades de medida del tiempo y el espacio, el valor de los bienes y el derecho o manifestaciones culturales a través de las cuales el ser humano. Pero también enseña las últimas investigaciones que desarticulan mitos sobre esta primera civilización. Por ejemplo, que en vez de un solo pueblo, Mesopotamia convivieron tribus de distintas procedencias con lenguas y tradiciones diversas. Parece ser que la lengua de aquella civilización era el sumerio, sin conexiones con ninguna otra lengua conocida, pasada o presente.

Tras la caída de Uruk, hacia 2900 a. C., un buen número de ciudades-estado independientes crecieron en las riberas sureñas de los ríos Tigris y Éufrates, y en las marismas del delta. Quinientos años más tarde fueron unificadas en un primer imperio, el acadio, con su capital, Acad, asentada quizá en la actual Bagdad. No se sabe si los sumerios fueron un pueblo, procedente de la India o de Arabia, hace unos 5.000 años, que se instaló en el fértil delta del Tigris y el Éufrates, o si, en tanto que pueblo o etnia, nunca existieron, sino que lo que hubo fue probablemente distintas tribus, asentadas en dicho territorio desde la prehistoria, que hablaban varios idiomas, entre ellos el sumerio y el acadio.

Además de las piezas sumerias, la exposición incluye, hasta el 30 de junio, algunas obras contemporáneas, fotografías y filmaciones que son testimonio de la fascinación del viaje a las fuentes de la cultura, o de lo que quede de ella: la serie de fotografías Mesopotamia, de Ursula Schulz-Dornburg, el vídeo Shadow Sites II, de Jananne Al-Ani, y Escultura de arena, una fotografía de David Bestué.

La exposición se complementa con documentación tal como ejemplares de textos árabes desde el siglo IX y cristianos desde el siglo XVI hasta los años treinta del siglo pasado, de viajeros que recorrieron, a partir del siglo XII, el sur de Mesopotamia. También se han incluido entrevistas filmadas a expertos en el arte sumerio, así como un diario de viaje filmado durante una visita a seis yacimientos sumerios (Ur, Uruk, Eridu, Tello, Tell al-’Ubaid y Kiš), en octubre y noviembre de 2011, a cargo de un equipo de la Universitat Politècnica de Catalunya y la Universitat de Barcelona junto a arqueólogos iraquíes, profesores de las universidades de Bagdad y de Samawa, y policías y militares.