La Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. / Khem Sovannara (Reuters)
análisis

Hillary, los islamistas y los militares

La Secretaria de Estado norteamericana culmina en El Cairo una larga gira por tres continentes

MADRID Actualizado: Guardar
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La Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, está culminando hoy en El Cairo una larga gira por tres continentes en la que el plato fuerte, en lo concreto, es lo de este sábado en Egipto: Washington parece decidido a respaldar al flamante presidente, Mohamed Mursi, objeto de una campaña de desgaste de las Fuerzas Armadas a través de los potentes medios de información estatales.

Se han multiplicado en las últimas semanas los indicios de que los norteamericanos prefieren la legitimidad del papel del presidente, elegido en una elección irreprochable, a las seguridades castrenses, con la Junta ostentando ahora un papel extravagante, una especie de ejecutivo-bis y legislativo de hecho al tiempo.

El más visible de ellos fue la llegada del subsecretario del Departamento de Estado, o sea el número de Hillary, William Burns, quien el domingo pasado extendió al presidente egipcio una invitación de Obama para que le visite en septiembre. Algunos observadores anotamos entonces que el anuncio se hacía coincidiendo casi milimétricamente con la audaz decisión del jefe del Estado de restablecer por decreto la vigencia de la cámara de diputados invalidada por vicio electoral de forma por el Tribunal Constitucional.

Un desafío y un escenario

La decisión fue en general juzgada como un desafío de Mursi a la Junta Militar, que reaccionó fríamente, con una reunión de emergencia que terminó con el clásico llamamiento a los Tribunales para que juzgaran de nuevo lo sucedido. De las tres instancias que pueden opinar sobre la disolución del parlamento por los militares tras la invalidación decidida por el Constitucional, la decisiva, el Alto Tribunal Administrativo, prevé decir la última palabra el próximo martes.

Mursi, de cuya inteligencia práctica no hay duda, puede limitarse a aceptar tranquilamente lo que se diga, como hizo con la reiteración por el Constitucional de su dictamen, pero entre tanto ha enviado varias señales: su primer viaje al extranjero, a Arabia Saudí (que ha cancelado la tensión entre los dos países y es un anticipo de la gran asistencia financiera que Ryad dará a Egipto, pero no a cualquier gobierno egipcio), recibir la invitación de Obama vía Burns, nombrar un gobierno (se da como inminente la designación de un nuevo primer ministro), comprar tiempo para que avance la Asamblea Constituyente y recordar que si es zancadilleado sin miramientos los Hermanos Musulmanes podrían convocar la “manifestación del millón de personas”.

En el complejo escenario vigente, el duelo Hermanos-Militares es apasionante y debería concluir en un empate porque cada parte sabe del peso decisivo y el papel insoslayable de la otra. Pero la Congregación sabe algo seguro: el mundo democrático, con un Washington que opta claramente por quien sea elegido limpiamente en el marco de las primaveras, no aceptará sin más que militares, por muy anti-islamista y pro-liberal que sea formalmente su argumentario, derriben a un gobierno elegido.

Más al fondo

Hasta aquí los hechos del día, consecuencias todos ellos de la revolución del año pasado y sus diversos capítulos. El proceso se encamina hacia su final y si la mencionada Asamblea Constituyente de cien miembros sigue trabajando al ritmo de ahora en la redacción de la nueva Carta podría celebrarse el debido referéndum constitucional en otoño y a renglón seguido la decisiva elección parlamentaria. El nuevo régimen al completo podría estar listo en noviembre, sin voluntarismos… lo que hace relativamente superflua la pugna en marcha.

Pero hay en la conducta norteamericana algo más, de más envergadura política y gran profundidad estratégica: hay muchos indicios de que Washington ha asumido que la mejor manera de combatir al islmismo terrorista (al-Qaeda y afiliados) es trabajar con el islamismo político pacífico y sometido a procesos electorales creíbles. Los Hermanos fundaron el Partido de la Libertad y la Justicia para concurrir a las legislativas y la presidencial y ganaron ambas y Mohamed Mursi ha prometido un gobierno inclusivo con cristianos y mujeres incluidas.

¿Hay a mano una herramienta mejor contra al-Qaeda que el islamismo moderado? ¿Se ha quebrado la lealtad turca a la OTAN con los reiterados triunfos del islamista Erdogan? ¿No tienen los norteamericanos en la base de Obeid, en Qatar, su centro operativo del llamado “Mando Central” y a un par de kilómetros “Al Jazeera” desde la que el predicador rigorista Yusuf al-Qaradaui cautiva a sesenta millones de televidentes?

Esto es lo que sabe Hillary, lo que sus colaboradores están aplicando – con la brillante embajadora en El Cairo, Anne Patterson en cabeza – y lo que la Casa Blanca defiende. Pero también lo exigía con Bush, que daba tratamiento vip a los saudíes, emiratíes y qataríes… por idénticas razones. Se puede creer razonablemente que una administración republicana no haría nada sustancialmente distinto de lo que una demócrata está haciendo ahora… y los militares egipcios, es de suponer, lo saben muy bien.