CONFERENCIA POLÍTICA DEL PSOE

Rubalcaba recurre al 'comodín Felipe' para agitar al PSOE

Minutos antes, Felipe González ha asegurado que el partido tiene «la solución a la crisis que no tiene la derecha»

MADRID Actualizado: Guardar
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Era el día de José Luis Rodríguez Zapatero. Así aparecía en el programa oficial de la Conferencia Política que el PSOE celebra este fin de semana en Madrid para debatir sobre la bases de su programa electoral: "18. 30 h. Inauguración" y, a continuación, su nombre. El presidente del Gobierno había preparado un discurso autoreivindicativo cargado de referencias a sus decisiones durante estos años de crisis, pero al final tuvo que quedarse sin uno de los pocos momentos de gloria que ya le son concedidos. Felipe González subió al escenario e inevitablemente la jornada adquirió otro cariz.

"No sé si me invitan como agitador agitado, rebelde que no se conforma o fiel militante de un partido que no quiero que se sienta derrotado", arrancó el primer jefe del Ejecutivo socialista de la democracia. Le dio vueltas al tema, pero en realidad, Felipe González tenía claro su papel. Hace ya varias semanas que viene reprochando a los suyos que hayan dado la batalla por perdida y que asuman los pronósticos para las generales del 20 de noviembre con los "brazos caídos". Y pretendía remover conciencias.

No deja de ser sintomático que los socialistas necesiten, o crean necesitar, de una figura como la de su antiguo líder para intentar sobre ponerse a ese espíritu de fin de ciclo que se ha instalado en su ánimo. Pero aún más significativo resulta que recurrieran a él en una ocasión como la de ayer. Fue, claramente, un modo de contrarrestar la intervención de un Zapatero que, como confiesan en la dirección del partido, está "achicharrado" para la opinión pública en general, pero también para su propio electorado.

Malas perspectivas

'Felipe' -nadie lo llama González en el PSOE- recordó que también él tuvo que afrontar malas perspectivas electorales en sus últimos años en el Gobierno y que también tuvo que desayunarse algunas mañanas con sondeos que apuntaban a una distancia de 14 puntos, similar a la actual, en 1996. "Es mucho -admitió-, pero nos faltó un debate o una semana para darle la vuelta a las encuestas". El PP de José María Aznar, efectivamente, ganó aquel año las elecciones generales por unos 300.000 votos.

Era un modo de dar ánimos, pero también una crítica a los suyos por ser incapaces de reaccionar frente al discurso del PP. "Dicen que los mayores recortes los ha hecho este Gobierno y no es verdad -señaló-; tomado todo el período incluido los años dramáticos de crisis se ha hecho un esfuerzo en gasto social mucho mayor que el PP en los ocho años anteriores Pero el debate es tan confuso y a veces tengo la sensación de que estamos a la defensiva".

Mal ve las cosas el veterano expresidente del Gobierno cuando, tras haber afirmado que sigue siendo "militante pero cada vez menos simpatizante" socialista y dar la impresión de que esta no era ya su guerra, ha optado por dar un paso al frente. Y no cualquier paso, sino uno comprometido. "Yo me subo a la tribuna para decir: 'estoy aquí a tu servicio' -aseguró a Rubalcaba- y estoy dispuesto a trabajar y a contribuir para lo que necesitamos, que es una movilización inmediata a la ofensiva no defensiva".

Es más, incluso pareció ofrecerse para un hipotético futuro Gobierno... o para respaldar al candidato en caso de que quiera aspirar a la secretaría general del PSOE, algo que cada vez parece menos probable. "Desde antes de ayer y hasta el 20 de noviembre y después, para lo que quieras, a tus órdenes -insistió- como un militante del partido". "Tengo ganas de seguir cambiando el país", dijo en otro momento. Pero con independencia de lo que quisiera decir con esas palabras, lo que pidió fue una suerte de 'despertar' a los suyos.

"No tenemos que defender lo que otros desean quitar -dijo en referencia a los ajustes acometidos por los Gobiernos autonómicos del PP- , necesitamos gritar que para que la economía sea competitiva hacen falta los elementos que nosotros introducimos de cohesión social de defensa de servicios públicos como los de sanidad o educación".

Orgullo de gestión

Para cuando José Luis Rodríguez Zapatero subió al escenario - esta vez sí, según lo previsto- el ambiente ya estaba caldeado. En dos ocasiones tuvo que advertir a su auditorio de que aún no había acabado su discurso -tan presto parecía a dar por cerrado la primera sesión de la Conferencia- o que no había empezado a decir lo que quería decir de algo.

Zapatero no habló de salir a comerse en mundo como su predecesor. Trató de convencer a su partido de que en realidad aún se puede persuadir a los votantes de que su gestión ha sido buena.

"Confianza -dijo- porque vamos a ser capaces como país de superar esta crisis y porque seremos capaces de explicar a una amplia mayoría de ciudadanos que las reformas los cambios y la decisiones que he tomado en este tiempo nos permitirán, espero que en poco tiempo, que la economía que crece con mayor solidez y que se recupera el empleo".

Quería dar las gracias a todos y asegurarles de que aunque cueste, el "futuro" reconocerá su labor.