EL PAPA, CON LOS JÓVENES

«Ha sido como redescubrir y reavivar lo que significa estar consagrada a Dios dentro de la Iglesia»

La hermana Laura María tomó los hábitos convencida de que "si Él me lo da todo, yo voy a darle todo"

MADRID Actualizado: Guardar
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Una de las protagonistas del encuentro del papa con las religiosas en San Lorenzo de El Escorial fue la hermana Laura María, esclava carmelita de la Sagrada Familia, para quien el haber estado a escasos metros del pontífice ha sido como "redescubrir y reavivar lo que significa estar consagrada a Dios dentro de la Iglesia". Esta religiosa, natural de Santander que trabaja en la parroquia de San Felipe, en el corazón madrileño de Vallecas, estaba ayer feliz tras el encuentro, porque "hemos disfrutado todas juntas junto al papa, compartiendo con tantas religiosas de carismas tan distintos ese mismo amor a la iglesia y esa entrega".

La hermana Laura, que lleva siete años en su orden y que dentro de tres meses hará la profesión perpetua, encontró su vocación "cuando empecé a descubrir que Dios me amaba, que mi vida tenía un sentido, que me miraba con cariño en medio de lo que yo vivía y en medio de toda mi historia". Fue entonces, cuando "me surgió la pregunta ¿cómo yo puedo responder a todo lo que Él me está regalando? La única respuesta que encontraba es que si Él me lo da todo yo voy a darle todo".

Tampoco tuvo problemas para elegir la orden a la que entrar, porque "es algo que se lleva casi en la genética". "Desde el principio me sentí muy atraída por todo lo que es el Carmelo, incluso en mi familia hay varias carmelitas descalzas. Me atraía mucho la vida de contemplación, la vida de intimidad con Dios, pero al mismo tiempo sentía la necesidad de decirle a los demás lo que Dios nos ofrecía y eso desde la clausura no encontraba cómo podía hacerlo". De esta manera, la hermana Laura María conoció a las Esclavas Carmelitas, "que aunaban lo que yo buscaba de la interioridad, la vida espiritual y la contemplación con el apostolado, con el trabajo en las parroquias, con los jóvenes".

Estos días tiene mucho trabajo en la parroquia de San Felipe, donde con los voluntarios atiende a peregrinos polacos y australianos. Para ella es también una vivencia "emocionante", porque "venimos todos a lo mismo y todos ponemos nuestro granito de arena".