La travesía más amarga del marinero Eduardo Pecho

El año pasado, mientras navegaba por placer ya jubilado, un pesquero lo arrolló ocasionándole la amputación de una pierna y daños cerebrales

Eduardo, antes y después del fatal accidente. L.V.

Álvaro Mogollo

Tras más de 50 años como marinero, seguro que cuando Eduardo Pecho decidió salir a pescar con su barquita desde Bajo Guía no podía ni imaginar cómo iba a cambiar su suerte.

No muy lejos del Coto de Doñana, un barco pesquero lo arrollaba , haciéndolo caer al agua. El surco generado por la hélice del motor lo succionó y acabó por amputarle la pierna izquierda. Dos jóvenes que contemplaron en lontananza lo que sucedía lo asistieron evitando un fatal desenlace.

En el Hospital Virgen del Camino de Sanlúcar se confirman además diversas fracturas en hombro, cadera, fémur y cinco costillas. A las pocas horas, ya trasladado al Hospital Puerta del Mar de Cádiz y tras realizarle un TAC, entra en parada cardiorespiratoria, lo que le genera daños cerebrales por falta de oxígeno . El diagnóstico era muy negativo, pero su estado de forma antes del accidente, con largas caminatas diarias y acostumbrado a remar en su barquita, jugó a su favor.

Después de cinco meses en el hospital universitario, en el que pasó 51 días en la UCI , y una vez recuperado de sus fracturas, ingresa en el Hospital Vithas de Sevilla. Se trata del único centro andaluz no ambulatorio con servicio de neurorehabilitación. El principal problema para la familia es el precio, que ronda los 10.000 euros mensuales, una cantidad que no pueden asumir, adquiriendo una deuda de 40.000 euros tras haber estado cinco meses en Sevilla y habiendo podido pagar únicamente uno de esos meses gracias a varios familiares cercanos de Eduardo.

Esta circunstancia se agrava puesto que están inmersos en un contencioso judicial para esclarecer las causas de un accidente que ha derivado en que Eduardo sea dependiente de su familia las 24 horas del día . El dinero proveniente del seguro del barco pesquero, y con el que pensaban costear los cuidados en Sevilla, se encuentra retenido hasta que el Juzgado de Sanlúcar no tome una determinación al respecto. El equipo jurídico de la familia ha declinado realizar declaraciones al respecto pero sí asegura que las diligencias están siendo más lentas de lo que debieran .

Actualmente Eduardo se encuentra nuevamente en el Hospital de Sanlúcar, donde recibe atención básica pero insuficientes para sus necesidades. La intención de la familia es que lo atiendan en el Instituto Chárbel, en Jerez , pero al tratarse de un centro ambulatorio, viajar a dario desde Sanlúcar es inviable por las circunstancias clínicas. Por ello, solicitan su ingreso en el jerezano Hospital de San Juan Grande y así facilitar el día a día.

El cansancio y el peso psicológico de todo lo ocurrido y del escaso avance en los procesos judiciales hace mella en su esposa y sus hijas, que tuvieron que dejar sus trabajos en diferentes momentos para atender a su padre, ya que entre otras cosas, padece una sudoración permanente que hace que tengan que estar siempre a su lado.

Para que pueda tener una atención digna, la familia pide justicia y que se libere el dinero del seguro para poder costear gastos . Aunque esa cantidad, asegura su hija Manoli, «no da para más de un año de atención especializada, es algo totalmente insuficiente teniendo en cuenta sus circunstancias».

Pero el abrupto e involuntario cambio vital, producido de un día para otro, hará que peleen hasta el final por todo aquello que pueda mejorar la calidad de vida de su padre.

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