Dos agentes intentan desde abajo que la chica no se tire mientras el otro compañero sube.
Dos agentes intentan desde abajo que la chica no se tire mientras el otro compañero sube.
SUCESOS

«Fue todo muy rápido, se tiró pero la pude coger»

Tres guardias civiles salvan la vida a una mujer en Conil que intentaba ahorcarse subida a una valla publicitaria de 10 metros

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Basta un solo segundo para salvar una vida, un instante en el que todo se nubla demasiado, de repente, y lo siguiente es el salto al abismo. Los problemas y la desesperación habían llevado a una mujer de unos 30 años de Conil a querer saltar hacia esa oscuridad. Un paso le separaba de la muerte. Hasta que tres guardias civiles impidieron que terminara con todo de esa manera tan dramática.

Ocurrió el pasado domingo. Sobre las cinco de la tarde. Se recibe un aviso en el puesto de la Guardia Civil de Conil. Unos vecinos aseguran que han visto a una mujer subida en lo alto de una valla publicitaria con una bufanda anudada al cuello y que temen que esté intentando matarse.

Inmediatamente, Antonio que en ese momento está cubriendo su servicio de seguridad decide salir rápidamente hacia el lugar, la zona de Pocito Chico. Da el aviso y Josemari y José Manuel, de patrulla, acuden a la llamada.

«Todo fue muy rápido», cuenta Josemari. «Vi que la conocía de otras intervenciones y decidí subir a por ella mientras mis dos compañeros se quedaban también intentando que entrara en razón». La chica había llegado hasta una de las esquinas y le separaban del asfalto unos diez metros. El agente sin pensarlo trepó por el soporte lateral del vallado. «Le iba hablando para que se calmara, me contestaba pero me decía que la tenían ya muy harta, que no podía más. Apenas se le entendía». El agente no cejó hasta llegar casi a su lado. «Le ofrecí un cigarro y le dije que estuviera tranquila, que se quitara la bufanda que tenía anudada al cuello y la valla».

Pero cuando parecía que ya estaba bajo control, la situación tornó a crítica. «Fue cuestión de un segundo. Se tiró pero la pude coger». El agente tuvo los suficientes reflejos para agarrarla de un brazo. «Se quedó colgando, pataleaba en el aire». Entonces, Josemari sintió un enorme dolor en el hombro. Se lo había roto. Ese dolor y el peso de la mujer provocó que poco a poco fuera escapándose de su mano. «Se rompió la bufanda y la vi caer. Intenté que fuera hacia uno de los lados donde había matorrales para que se hiciera menos daño». Y fue precisamente eso lo que pudo salvarle la vida. Según los médicos que le atendieron de urgencia, a esa altura si se hubiera precipitado contra el asfalto, el final de esta historia hubiera sido otro completamente diferente.

No es la primera vez que este agente, que a sus 50 años lleva 24 como guardia civil, se enfrenta a una situación así. «Forma parte de mi trabajo», dice al tiempo que ensalza la colaboración de sus otros dos compañeros que en todo momento también participaron en la actuación. Ahora Josemari está de baja con el hombro roto, una lesión grave que necesitará de rehabilitación durante meses. Pero el daño no resta un ápice al «orgullo» que dice sentir por el trabajo realizado. «Estamos para esto». Cuando se recupere un poco quiere ir a ver a la chica. «Me gustaría que recapacitara y que pensara en otras cosas que le ayuden a vivir».

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