TRIBUNALES

El sacerdote acusado de violar y abusar de una amiga en Cádiz acepta los hechos

El religioso ha sido condenado a tres años de prisión tras llegar a un acuerdo de conformidad

M. A.

El sacerdote acusado de violar y abusar sexualmente de una amiga ha aceptado la pena de tres años de cárcel y el pago de una multa de 24 meses a razón de 6 euros diarios, tras aceptar los hechos que se le imputaban y evitar así la celebración del juicio previsto para este martes en la Audiencia de Cádiz.

Además el tribunal de la Sección Cuarta le ha impuesto cinco años de libertad vigilada y otros cinco años de prohibición de aproximarse a la víctima. La Fiscalía pedía para el procesado once años de cárcel pero finalmente se le han aplicado las atenuantes de dilaciones indebidas y reparación del daño, pues ya había indemnizado previamente a la víctima con 12.000 euros. La conformidad la han alcanzado Fiscalía, acusación particular y la defensa del investigado. Su abogado ha pedido además la suspensión para evitar que vaya a la cárcel, algo que tendrá que decidir la Sala.

Los hechos se remontan a 2013 cuando el procesado entabló amistad con un hombre que le presentó a su mujer y a la hija de ambos. Con el tiempo fueron cogiendo confianza y acudía al domicilio de esta familia casi todos los días, siendo considerado «un miembro más» de ésta.

Según reproduce el escrito de acusación, según avanzaba el tiempo iba cogiendo cada vez más confianza. Y así comenzó a piropear de forma repetida a la mujer. Al parecer, le llamaba de manera insistente por teléfono y buscaba excusas para ir al domicilio o quedar con ella a solas. Al tiempo empezó a darle abrazos y a «sobrepasarse», tocándole el trasero, una conducta que la mujer le afeaba al sentirse molesta.

Sin embargo, según la acusación, la actitud de acercamiento fue cada vez a más pidiéndole incluso el religioso que le besara en la boca y le tocara. La afectada siempre le decía que solo serían amigos.

En agosto de 2015, el acusado aprovechó un momento que estaban a solas y forzó un beso tirándola de espaldas. Ella le reprendió este acto pero no dijo nada a su pareja «para no tener problemas». Sin embargo a la mañana siguiente entró en su cuarto cuando dormía agrediéndola sexualmente.

Tras estos hechos el sacerdote, capellán entonces de las Fuerzas Armadas en la provincia, regresó a su diócesis de Madrid.

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