ROBE INIESTA

«Para transgredir hay que usar palabras fuertes y hablar de manera clara»

El cantante, compositor y guitarrista de Extremoduro presenta en Cádiz su segundo álbum en solitario, 'Destrozares', acompañado de músicos de su tierra natal

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Dentro o fuera del rock, las canciones de Robe Iniesta (Plasencia, 1962) pasarán a la historia con la etiqueta de «transgresoras». Intentando sorprenderse a sí mismo, y a su público, este músico con alma de poeta lleva ya dos discos en solitario, al margen de su creación artística más longeva y fértil: Extremoduro. El último de sus trabajos en solitario, ‘Destrozares’, sonará en Cádiz el próximo 4 de agosto. En él se puede encontrar transgresión, poesía y un repertorio de sus más íntimas «carencias y errores».

–Este segundo disco en solitario parece tener matices mucho más íntimos, canciones en las que llegas a decir «he llorado tanto y tan adentro, que he apagado hasta el infierno». Cantar, escribir, ¿sirven como terapia?

–Sí, por supuesto que sí. Aunque cuando haces un tema, yo por lo menos, tampoco sabes de qué estás escribiendo. No soy capaz de hacer un tema y decir «voy a escribir sobre este tema». No puedo hacerlo así. Las canciones salen del corazón y luego las interpreto con la cabeza… y a veces salen cosas que tienes ahí. Y sí, supongo que sirve como terapia, por supuesto. En ese sentido, en este disco he dejado un poco más salir todo lo que había, por decir «aquí están mis carencias, mis errores».

–Dices que no sueles escuchar mucha música para no «intoxicarse de otras ideas» pues, al final, merman la originalidad. ¿Dónde buscas la inspiración?

–Pues… dentro de mi cabeza. No sé. Oír música está bien, pero yo creo que para la gente que hacemos música, por lo menos a mí me pasa, es muy fácil llenarte de sonidos de otra gente. No sé, hay mucho ‘machaconeo’ con cierta música. A mí por lo menos, si una canción me gusta, se me queda pegada. Prefiero tener la cabeza más libre.

En la música cuando quieres sorprender, intentas hacer cosas nuevas ¿no? Para hacer cosas nuevas tienes necesidad de oír lo que se está haciendo, pero tampoco lo sacrifico todo a que sea algo nuevo. Lo que quiero es que me hagan sentir. Y si las canciones hacen sentir y hacen pensar, con eso es con lo que me conformo.

–«Tu culo es mi localidad», «Hoy te la meto de todas, todas», «Mi única bandera/son sus bragas negras». ¿Hay algún tipo de autocensura a la hora de escribir las canciones? Un momento en que digas: «no, eso no lo pongo»

–Bueno… sí que hay esos momentos de autocensura, de decir: esto no lo pongo, pero por otras causas. Causas como no querer ser tan explícito, no querer contar mi vida tal y como… Y hay veces que dices «no, esto no lo quiero decir», pero no porque sea demasiado fuerte, al contrario, me gustan las palabras fuertes, y para transgredir hay que usar palabras fuertes y hablar de manera clara. Decir las cosas como las sientes. No cogértela con papel de fumar y darle tantas vueltas que al final estás diciendo otras cosas. No sé hacerlo de otra manera.

–Con ‘Destrozares’ has encontrado una manera de hacer cosas que «la gente no espera», siguiendo tus palabras. ¿Hay quizás una expectativa muy concreta sobre Extremoduro que te encierra o acota a la hora de componer?

–Bueno, tampoco es eso porque en Extremoduro siempre he hecho también lo que me ha dado la gana, ¿no? Nos hemos movido como hemos querido. Sí que es mucha presión que la gente esté esperando que hagas algo en un determinado sentido, pero también nos lo hemos saltado. Hemos hecho también canciones lentas y de otra manera, siempre intentando sorprender. Sí que quizás hay unos cánones que no te puedes saltar. No podría hacer lo que he hecho ahora, juntarme con instrumentos nuevos, que ni yo mismo sabía cuáles iban a ser. Porque los instrumentos fueron llegando un poco a lo loco. Yo conocí al batería y luego me habló de un tío que tocaba el bajo, el saxo, el clarinete, y dije «estupendo». Luego me hablaron de otro que tocaba el violín y dije que también estupendo. Y luego el que buscamos un poco con más cabeza fue el del piano, que también nos trajo un acordeón [risas].

Todo esto ha sido una sorpresa que no podría haber sido con Extremoduro. He cogido unas canciones sin saber cómo iban a acabar sonando, haciendo experimentos y pasándomelo bien. Esto ya lo hicimos en el primer disco y en este segundo ha sido un poco sabiendo lo que teníamos, qué sonidos podríamos hacer y qué cosas nos gustaban y… pues ir experimentando en ese sentido. Y, claro, eso no lo podría hacer con Extremoduro, no puedo decir «bueno, mañana os traéis cada uno el instrumento que os apetezca y a ver qué es lo que sale aquí» [risas].

–Y eso que Iñaki (Uoho) es muy polivalente, lo podría hacer.

–Sí, toca muchos instrumentos sí, pero necesitaba una sorpresa total, no sé, necesitaba algo distinto y que me sorprendiera a mí.

–Parece que estos últimos trabajos han perdido la etiqueta de rock transgresivo, para quedarse solo con lo de «transgresivo».

–Sí, creo que sí, porque realmente lo que es rock y lo que no lo es, cada día lo sé menos. Cada día lo tengo menos claro. Y yo no sé si esto que hago ahora es rock o qué es… no sé, ya habrá quien le ponga etiqueta. Pero transgresivo creo que sí sigue siendo. Es un poco mi forma de hacer música. Sé que es transgresivo, pero luego no sé si es rock.

–Tus letras siempre tienen algo de desobediencia, en lo que a las normas del lenguaje se refiere. Algo que queda latente incluso en el título del disco, con ese palabro: «Destrozares». Ahora que la RAE acepta «iros» como correcto, en vez de «idos», quizás sea el momento para decir «irse a tomar por culo», solo por llevar un poco la contraria.

–Sí, o «veros», que se puede decir por aquí… ¡Veros a tomar por culo! [Risas].

–«Los artistas siempre necesitamos que nos animen y que nos digan que somos lo puto mejor», dijiste en una entrevista. A estas alturas de carrera, ¿sigues necesitando que te traigan alguna buena crítica para animarte?

–Pues yo creo que sí, yo creo que eso siempre hace falta. En la música, yo por lo menos, no vivo del pasado, vivo del presente. De lo que hago, de lo que pongo ahora, de los trabajos que voy haciendo y de todo eso. Siempre necesitas que te animen. En el arte cualquiera te puede decir que lo que haces es una mierda, y puede tener toda la razón del mundo. Realmente para él puede ser una mierda, te lo está diciendo de corazón. El arte es una cosa así tan, tan… [suspiro] tan que no tiene apoyo, que necesitas que alguien te anime.

–Te he oído decir que, ante todo, «las ganas por hacer algo nuevo y sorprenderse» es lo que te ha llevado a hacer esta gira. ¿Cuál ha sido la mayor sorpresa hasta el momento?

–Bueno, pues va habiendo sorpresas, cada concierto es distinto. Unos son en teatros, otros en auditorios, otros en sitios abiertos con la gente en pie, un poco más convencionales. Está siendo una experiencia nueva lo de tocar en teatros con la gente atenta y sentada y, bueno, pues sí que te llevas sorpresas. Pensaba que en los teatros la gente iba a estar más callada, pero parece que no [risas] Parece que tienen ganas de cantar y…

–Y de fiesta.

–Sí, bueno, no sé qué es mejor, si esto verlo en un teatro o en un sitio abierto tipo «rock and roll»…no sé, creo que son dos cosas distintas y cada uno lo puede disfrutar a su manera. Pero sí que me estoy llevando sorpresas por cómo suceden los conciertos.

–«En los conciertos no se puede grabar ni hacer fotos», reza en tu página web. ¿Estamos llevando demasiado lejos eso de ver la vida a través de una pantalla?

–Pues parece que sí, parece que demasiado lejos. Parece como si no importara nada, nada más que eso. No importa el momento, no importa el de atrás, levantas las manos y te pones a grabar… No importa a quién le molestan las luces, no sé… Antes en teatros estaba claro que no podías hacer eso y ahora en abierto pues parece que es una cosa un poco incontrolable y que tendrías que estar en guerra contra todo el mundo para que no lo hicieran, porque es como una costumbre de todos. Pero creo que es algo ya insano, ¿no? Eso de querer ir a un sitio y querer vivir el momento y querer, también, grabarlo… yo creo que o la bota llena o la suegra borracha. Una de dos. Las dos cosas no pueden ser [risas].

No puedes disfrutar del momento y vivir con los demás una catarsis y querer estar haciendo una grabación para, para… no sé para qué. No sé si la gente se pone a ver luego eso en su casa, en solitario, eso que suena como una mierda, no sé, esa necesidad de plasmarlo todo en el móvil. Parece que los anuncios hacen mucho daño y que si no se graban las cosas no has estado allí, que con la memoria y el tenerlo en la cabeza no vale, que si no lo tienes en foto o en vídeo es como si no lo hubieras vivido. Es algo peligroso.

–Dices en tus canciones: «sin patria, ni bandera, ahora vivo a mi manera», porque no te gustan «los maderos, ni la gente con banderas, ni la Virgen María, ni ninguna ideología». El camino de las utopías, ¿también se hace al andar?

–Claro [risas]. Claro que se hace al andar. Las utopías son algo que se consiguen andando. Hay mucha gente que piensa que el significado de la palabra utopía es algo imposible… y no es así.

El significado es algo que parece imposible en el momento de plantear ese plan… en ese momento. Simplemente quiere decir que es posible. La gente ha ido cambiando el significado de esa palabra… y esa palabra tiene un significado temporal. Las utopías son posibles, claro, solo hace falta tiempo y querer andar ese camino.

Ver los comentarios