Gran tarde de toros en Sanlúcar

Juan José Padilla se despide a lo grande y sale a hombros junto a Morante de la Puebla y Octavio Chacón

Pepe Reyes

En estas calendas veraniegas, cuando la canícula de agosto empieza a declinar, el vetusto y coqueto coso de Sanlúcar volvía a convertirse en escenario de su ya tradicional corrida estival. Con gran ambiente y entusiasta respuesta respondió el aficionado a la llamada del rematado cartel que se le ofrecía. La despedida y el entusiasmo arrollador de Padilla , el estlismo depurado de Morante y la savia nueva , el aroma fresco que aporta la presencia del recio torero de Prado del Rey, Octavio Chacón .

Tras corresponder con saludo a una cariñosa y unánime ovación del respetable, en la ocasión postrera en que pisaba esta arena, Padilla se arrodilló sobre ella para recibir con larga cambiada al castaño que abrió plaza. Toro que tomó con cierta codicia la vara y de la que salió perdiendo las manos. Un quite de ajustadas chicuelinas constituyó alado preámbulo a un variado tercio de banderillas, que el jerezano remató con el espectacular par al violín.

El ejemplar de El Torero, encastado y repetidor, regaló largas y constantes embestidas que el diestro pirata aprovechó para plasmar una obra propia de su peculiar estilo , bulliciosa, entregada, pero sin profundidad. Manoletinas y desplantes finales dieron paso a una estocada casi entera.

Un quite por luminosos faroles constituyó el momento más brillante que Padilla lograra durante el primer tercio de la lidia del cuarto. Segundo episodio de la misma que verificaría también con la solvencia y espectacularidad que acostumbra. Un arrebatado inicio del trasteo muleteril, rodillas en tierra, dio paso a otra labor entregada en la que cupieron pases de todas las marcas y calidades.

Una estocada en la gallarda suerte de recibir despacharía al bravo y noble animal. No se acopló Morante con la brusca embestida del segundo de la suelta, por lo que quedó inédito con el capote. Brusquedad del toro que fue castigada con dos puyazos contundentes. Y a ésto que Octavio Chacón asió su capa y estampó un bello quite por chicuelinas, abrochado con torera media verónica. Lo que vino a demostrar que el toro tenía mucho más que lo enseñado hasta entonces. Así lo entendería Morante, quien aparentó un cierto esfuerzo para buscarle las vueltas con la muleta, pero que vería estrellado su escueto intento ante las dificultades encontradas. Un sainete postrero con la espada puso fin al despropósito.

Y cuando parecía que la historia se repetiría con el quinto, tras lidia anodina y precavida, Morante dejó su impronta de torero grande al esculpir excelsos pases con la franela. Derechazos cadenciosos, rotos naturales, bellos cambios de mano, pellizcos del más puro donaire que se sucedían en todas las suertes. Siempre con cite a media altura y enroscado el toro a su cintura, entendió a la perfección la noble acometida del animal. Una portentosa estocada al encuentro puso fin a su apoteósica labor.

Octavio Chacón, diestro al que nadie le ha regalado nada y que ha forjado su difícil carrera de matador frente a ganado complicado en plazas de Perú, Francia o el «valle del terror», hasta ver recompensado su esfuerzo con convincentes actuaciones en Madrid, que le ha abierto las puertas, por fin, de muchos cosos esta temporada. Con mecidas verónicas a pies juntos y otras abierto el compás, recibió Octavio al burraco que hizo tercero. Ramillete de lances que remató con una luminosa larga cambiada de rodillas. Un quite por tafalleras y otro por medias verónicas pusieron a rtístico broche a tan prolija y brillante actividad capotera .

El toro, bravo, con fijeza y movilidad, acudió con presteza a la primera serie en redondo que, de hinojos, dibujó Chacón. Humillada actitud que persistiría en los circulares invertidos, derechazos, naturales, cambios de mano y pases de pecho que, con tanto esmero y clase dibujó el gaditano. Quien exhaló torería, naturalidad y buen gusto en todo cuanto realizó. Una estocada casi entera puso feliz broche a tan redonda actuación.

Menos movilidad y más menguado de casta resultó el sexto de la tarde, a pesar de lo cual también obtendría Chacón pasajes estimables en el toreo de muleta por ambos pitones. Con media estocada abrochó su lucida actuación .

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