Vista parcial de la entrada al dique flotante del astillero de Cádiz
Vista parcial de la entrada al dique flotante del astillero de Cádiz - ANTONIO VÁZQUEZ
INDUSTRIA

La fortaleza de un astillero flotante

La factoría de Cádiz gana más peso en la reparación naval con la entrada de nuevo en servicio del dique Nuestra Señora de la Luz

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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La historia de la ciudad de Cádiz no se entiende sin el eco que deja su astillero. El pasado año, las instalaciones cumplieron 125 años y, desde entonces, la actividad industrial que han generado sus diques y muelles ha sido el sustento de miles de familias gaditanas. La factoría ha ido evolucionando poco a poco. Las gradas dieron paso a los diques y lo que hace cien años parecía ciencia ficción empezó a ser una realidad tangible en la década de los cincuenta.

La construcción en 1950 del dique Nuestra Señora del Rosario, el más antiguo de la planta, abrió la puerta a una revolución naval gestada desde Cádiz. Nueve años más tarde, en 1959, arrancó la obra del dique flotante, bautizado con el nombre de Nuestra Señora de La Luz, que puso a la factoría gaditana en primera línea de la vanguardia tecnológica.

El colofón llegó en 1972 con el inicio de la construcción del dique cuatro. Se trata de un monumento de la ingeniería civil de 386 metros de eslora y 65 de manga, que situó al astillero de Cádiz en un referente del sector.

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