Dos niños, protegidos con gorras en la playa
Dos niños, protegidos con gorras en la playa - L.V.
SALUD

Cuidado con los niños, llega el calor

La doctora María Jesús Mojón recuerda, a raíz de la polémica del calor en las aulas, que la temperatura en clase no debería superar nunca los 26 grados

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Llega el calor y, con él, las recomendaciones obvias sobre cómo combatirlo y las medidas de precaución. No hace falta repetirlas: evitar las horas de más calor, llevar ropa clara, beber agua... Pero en lo que no se suele pensar, como siempre lamentaba la esposa del reverendo Lovejoy, es en los niños. Al contrario de lo que sucede con los adultos, los niños no son conscientes de que pueden tener problemas si permanecen mucho tiempo al sol o si no se hidratan con frecuencia.

El calor que se ha vivido en las últimas semanas en las aulas gaditanas (y andaluzas) ha vuelto a despertar el debate sobre qué temperatura pueden soportar los niños. La doctora María Jesús Mojón, pediatra en San Benito de Jerez de la Frontera, incide en que la temperatura en las aulas «nunca debería superar los 26 grados centígrados», una magnitud sobrepasada en algunos casos de manera amplia en los colegios públicos de la provincia, donde se han llegado a ver, por redes sociales, temperaturas cercanas a los 35 grados.

«Cuando la temperatura sobrepasa los 26 grados, los alumnos no se concentran bien –explica la pediatra–, incluso pueden tener un poco de somnolencia». Eso sí, reconoce que parte de la somnolencia también puede derivarse de que con el calor «el niño no duerme bien por la noche».

En cuanto a la actividad física, que en muchos casos se realiza en patios que están descubiertos, «debe imperar el sentido común, no debería hacerse ejercicio pasadas las 11 o las 12 de la mañana», detalla la doctora Mojón, que apunta que una vez que se superan los 34 o 35 grados es recomendable extremar las precauciones con la actividad física.

Cuidado y protección

A la hora de cuidar a los pequeños, María Jesús Mojón destaca que los que niños de cuatro años son los más susceptibles de presentar problemas por deshidratación y golpe de calor. «Y entre ellos, los que tienen menos de un año son especialmente delicados: de hecho a los bebés de menos de seis meses no debe darle el sol nunca de manera directa, tienen que ir siempre cubiertos o con sombrilla».

Y es que, los niños menores de cuatro años no son conscientes de que puedan estar deshidratándose o de que les pueda dar un golpe de calor. Ellos quieren jugar y no son conscientes de un posible malestar. Sin embargo, sí hay pistas que los padres pueden descubrir para saber si el niño puede estar ante un problema. Los síntomas que suelen presentar los niños cuando el calor ya empieza a hacerles mella, es dolor de cabeza, irritabilidad, «e incluso un poco de taquicardia».

Cuando la deshidratación crece, los niños pueden presentar respiración más agitada, así como cansancio, calambres («principalmente en las piernas») y sarpullido. También hay que estar atentos si se producen pequeños desmayos, que pueden ser la antesala de un problema mayor. «Lo último, y más grave, es cuando se produce el golpe de calor, que llega cuando la temperatura corporal alcanza los 40 grados, a partir de ese momento el organismo no da más de sí».

En ese momento, el niño puede presentar confusión, vómitos, visión borrosa e, incluso, perder el conocimiento. «En ese momento, la situación es extrema y hay que actuar de inmediato; la deshidratación suele ser tal en ese caso que el niño ya ni suda».

Una de las razones, por la que los niños tan pequeños soportan tan mal el calor es por su propia fisonomía. «Por sus características fisiológicas tienen menos superficie corporal y sudan mucho menos», detalla Mojón, que explica que el sudor es un mecanismo fundamental de defensa contra las altas temperaturas porque «ayuda a a regular la temperatura corporal y a enfriar el cuerpo». Además, los niños, aunque sepan hablar, no piden agua porque no tienen sensación de sed.

Pero no hay que confiarse. La doctora también advierte de que si los niños sudan mucho «pueden perder muchos electrolitos, por lo que también deben hidratarse bien».

Para prevenir situaciones desagradables, esta pediatra de Jerez aconseja evitar que los niños estén jugando al sol, y que no hagan ejercicio entre las 11 mañana y las 16 horas. «Además, habría que procurar ponerles una gorra, refrescarles y que usen protección solar». Aconseja extremar el cuidado con los niños que tienen alguna enfermedad neurológica.

Durante el verano, la doctora afirma que se encuentra en numerosas ocasiones con casos de niños que vienen deshidratados a la consulta «un día o dos después de haber ido a la playa».

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