Carmen Pastoriza, durante la entrevista
Carmen Pastoriza, durante la entrevista - Víctor López
ENTREVISTA

Carmen Pastoriza: «Cádiz tiene mucho que exportar al mundo de su artesanía del carnaval»

Criada en Cádiz, Carmen Pastoriza es diplomada en Estilismo, graduada en Bellas Artes y técnico superior de Artes Plásticas y Diseño de Indumentaria

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Hace casi veinticinco años Carmen Pastoriza se fue a Sevilla a formarse en lo que más le gustaba en una época en la que esa rama de los estudios, el diseño, apenas comenzaba a reivindicar espacio y reconocimiento en la educación pública reglada en España. Desde hace una década es profesora de Diseño en la Escuela de Arte Superior de Diseño Mestre Mateo, en Santiago de Compostela. Antes se forjó en los diferentes ámbitos de la industria textil entre Madrid, Cataluña y Galicia e hizo carrera en el sector del lujo de la mano de firmas como Purificación García, Carolina Herrera y Roberto Verino. Cada año vuelve a Cádiz y es una convencida de que la artesanía del carnaval tiene mucho que aportar y exportar al mundo.

–¿Para crecer profesionalmente en el mundo del diseño de moda hay que irse a Galicia?

–Desde mi experiencia yo sí tuve que irme de Andalucía porque veía que había mayor cantidad de empresas textiles grandes y más oferta de trabajo para crecer profesionalmente y seguir aprendiendo. No podía quedarme esperando a que me llamaran y enseguida encontré trabajo fuera. Para ser patrón hay que ser marinero y mi objetivo era conocer cómo funcionaba una empresa del sector textil desde abajo, desde cortar tejidos en pequeñas empresas hasta trabajar diseñando o auditando la calidad en grandes firmas textiles. Ahora es más fácil crecer en este sector que hace unos años y, además, se está recuperando el sector y mucha producción está volviendo tanto hacia España como a Portugal.

–La facturación del sector textil creció el año pasado en España casi un 8% y ya encadena dos años de crecimiento consecutivo tras seis ejercicios de caída por la crisis.

–Tengo confianza en que muchas empresas se van a recuperar de la crisis económica y, no sólo eso, pienso que además van a crecer. En el sur de España espero que las empresas sigan avanzando, aplicando desarrollo, investigación e innovación y sean cada vez más competitivas.

–¿Qué se podría importar del sector del diseño y textil gallego al andaluz?

–Importaría algunas cosas de las tres zonas en las que he trabajado: Madrid, Cataluña y Galicia. De Cataluña la tecnología del textil, de Madrid el espíritu creativo y de Galicia la producción en general, el trabajo de la fábrica.

«Del diseño de moda de la provincia promocionaría el color, los lunares y la piel de Ubrique»

–¿Y qué podría exportar Cádiz a otras ciudades?

–En el diseño de moda el color, los lunares y la piel de Ubrique. De Galicia traería varios aspectos del sistema de trabajo. Lo ideal sería hacer una simbiosis entre ambas regiones. En Galicia hay mucha artesanía. Aunque hace años me dedico a la educación, acabo de trabajar con artesanos zoqueiros (los que hacen los zuecos) en la exposición 'Confío en Galicia', en el Museo Gaiás de la Ciudad de la Cultura, en Santiago de Compostela, donde también hay obras de otras disciplinas artesanas aplicadas al diseño de moda como la cestería, encajes de Camariñas, etc. En este sentido creo que Cádiz tiene mucho que aportar y exportar sobre artesanía del carnaval.

–¿Considera, entonces, la artesanía del carnaval un filón en el mundo del diseño nacional e internacional?

–Sin duda. Sobre todo en lo que se refiere a la indumentaria escénica que se ha desarrollado en los últimos carnavales. Es un gran escenario que imprime personalidad y caracteriza a Cádiz en el exterior creando imagen. Ver cómo los tipos de carnaval cada año van cambiando y evolucionando es un espectáculo. El pasado carnaval estaba viendo la chirigota del Selu por YouTube y el tipo con el muñeco (Juan) me pareció de gran creatividad y muy bien trabajado desde el punto de vista de la artesanía. Para ese aspecto de la artesanía tienes que contar con profesionales que trabaje maderas, vaciados, rellenos, goma espuma, etc. En Galicia imparto una asignatura que se llama Estilismo Escénico. Estaba muy interesada en enseñar a los alumnos a trabajar con la goma espuma y el aerógrafo y este año organizamos un curso que impartió el artesano del carnaval de Cádiz, Manuel Sánchez Parra. Definitivamente creo que las técnicas que se emplean en la artesanía del carnaval pueden tener mucho que aportar al mundo del diseño y la escena porque también son aplicables a muchos otros escenarios.

«El tipo del Selu con el muñeco (Juan) me pareció muy creativo, gracioso y bien trabajado artesanalmente»

–¿Tiene algún proyecto entre manos para promocionar el made in Cádiz?

–Me gustaría hacer alguna exposición como la última que he hecho en Santiago de Compostela, basada en el diseño con enfoques originales y dirigida a promocionar la ciudad. Por ejemplo una de las piezas era un corsé escultórico revestido de fotografías de Santiago. Otra, un vestido confeccionado con un patchwork muy delicado y estructuras de madera insertadas asimilable a un cruceiro gallego. Es decir, a través del diseño buscábamos promocionar Galicia porque cada obra evocaba un lugar característico o un elemento importante de la cultura gallega. Como proyecto más general me gustaría volver a Cádiz, aquí me he criado, aquí tengo mi familia. Después de más de veinte años fuera formándome y trabajando en todos los palos del sector, dedicarme a la enseñanza aquí me haría muy feliz.

–¿Ha trabajado en el sector del lujo?

–Sí. Hace ya tiempo que me dedico a la educación pero estuve varios años trabajando en Purificación García, Carolina Herrera y Roberto Verino.

–¿Cómo es?

–Es un mundo muy exigente pero aprendes muchísimo. Han pasado ya varios años pero sigue siendo un segmento muy competitivo. Mi trabajo era más técnico que creativo y estaba muy vinculado al control de la calidad de la producción. Antes la edad suponía cierto obstáculo pero ahora está cambiando, igual que el mundo de la pasarela donde hoy mismo he visto a dos hombres de 65 años desfilando y me parece estupendo.

–El diseño, la moda y la pasarela son el espejo en el que se miran muchos jóvenes y no siempre el mejor porque se sigue rindiendo culto a la delgadez, extrema en ocasiones...

–Creo que en España, en general, hay una moda saludable. Se tiene que diseñar un producto para una población que también está cambiando y, en este sentido, existe una especie de tikitaka. Por un lado estamos comiendo peor por el ritmo diario de vida que llevamos pero, por otro, cada vez la gente hace más deporte y eso ha generado que el diseño y la producción de prendas deportivas esté en auge.

–¿Llegará el momento en el que la mujer deje de ser un objeto en el mundo de la moda?

–Desgraciadamente eso pasa en otros muchos ámbitos, fíjate en el tratamiento de muchas deportistas en los Juegos Olímpicos. La mujer siempre ha sido un objeto de deseo en todas la civilizaciones y eso va a ser difícil que cambie a corto plazo. Es un engranaje en el que hay muchos agentes implicados y depende de todos. Las partes más visibles de ese engranaje son la moda, la publicidad y la comunicación.

«Los equipos humanos son fundamentales. No creo que Amancio Ortega haya llegado solo adonde está»

–Para ahorrar costes muchas firmas realizan la confección en fábricas textiles de países con mano de obra muy barata y en condiciones laborales y de seguridad indignas ¿Qué opina?

–Eso se refiere más a grandes firmas que a pequeñas empresas, que no tienen estructura ni respaldo económico para afrontar ese proceso. No obstante, considero que este tema está cambiando. Espero que todo lo que ha pasado en los últimos años en el sector en todo el mundo sirva para todos los trabajadores desempeñen su labor en condiciones dignas, tanto en países donde se confecciona esa ropa como en España porque eso ocurre también aquí, en éste y otros sectores que nada tienen que ver con el textil, aunque a otros niveles. Hay que hacer un cambio de mentalidad a nivel global y España creo que lo está haciendo. Una muestra lo tenemos en Ubrique, adonde en los últimos años han vuelto muchas firmas. Las manos que tienen esos profesionales de la piel son de oro. El público quiero diseño pero también calidad.

–Tras un cuarto de siglo aprendiendo los entresijos de esta industria. ¿En qué momento se encuentra España tras el cierre de empresas y la desaparición de algunas firmas míticas a causa de la crisis?

–Cuando la gente escucha sector textil siempre piensa en la moda, pero abarca un ámbito mucho más amplio. En La Coruña, por ejemplo, hay una empresa de fabricación de monos de competición que vende a toda España. Igual que ahí hacen monos de competición hay otras empresas que hacen indumentaria de trabajo para la industria petrolera, para el ámbito del uniformado, para compañías aéreas, para el mundo deportivo, prendas especializadas que llevan implantada alta tecnología... Es decir, hay que vestir a la gente pero también a muchas profesiones y otros campos, y eso también es textil. El espectro es muy grande y tendemos a englobar todo un sector bajo el paraguas de uno de sus segmentos como en este caso es el diseño de moda. Esta diversidad hace que la salud de la industria textil sea buena pero no tenemos que pensar que España sólo ofrece diseño y ropa para tiendas. Tiene mucho más que ofrecer y en ello está. Por ejemplo, uno de cada diez vestidos de novia que se compra en el mundo es español.

–¿Cuál es la clave para el éxito en un mundo tan competitivo y globalizado?

–No limitarse a vender sólo en España. Es fundamental vender impronta, calidad y una manera de hacer las cosas para ser competitivos en el mercado internacional. Eso requiere de un esfuerzo, de I+D+I, de trabajo en equipo y de optimizar producción. Se dice que en España se trabaja muchas horas pero se rinde poco. Vamos a meditar por qué. Quizás haya empresas que deberían ajustar sus protocolos de trabajo para optimizar tiempos y producción y sacar mayor rendimiento para todos, desde los operarios hasta los altos responsables. No creo que Amancio Ortega, que es un hombre con talento, haya podido llegar hasta donde está solo, sin un buen equipo humano y sin una buena organización del trabajo.

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