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Empacho de salsa rosa

La declaración de María José Campanario, que duró hasta la madrugada, agolpó a muchos curiosos a la puerta del juzgado

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Si el día había sido animado a las puertas de los juzgados, la noche no se quedó atrás, por obra y gracia de María José Campanario, Jesulín de Ubrique, su apoderado y Salsa Rosa, que prácticamente trasladó su plató a las puertas de las instalaciones de la avenida Tomás García Figueras. Centenares de personas acudieron a la llamada del periodismo del corazón y abarrotaron las entradas del juzgado hasta altas horas de la madrugada de ayer. Desde luego, contribuyó que las declaraciones de los imputados en el fraude de las pensiones coincidieran con el horario del exitoso y 'eterno' programa televisivo, y lo superaran incluso.

Grupos de jóvenes pugnaban por unos segundos de celebridad apiñándose alrededor de las cámaras y desatando un serio nerviosismo entre los informadores, que intentaban estar atentos a la salida de cualquier implicado. Hubo más de una falsa alarma, algún conato de desbandada televisiva e incluso tensiones por personas que increpaban a gritos a cualquiera que se asomara por la puerta del juzgado, ante la desesperación de familiares y abogados de implicados anónimos que esperaban para declarar desde primera hora de la mañana.

Abucheos y gritos de ánimo se mezclaron, por ejemplo, cuando el apoderado de Jesulín llegó para pagar la fianza de Campanario, y después momentos de incertidumbre y más gente cuando se desató el rumor de que el propio diestro recogería a su mujer. Hasta casi las cuatro de la mañana duró el espectáculo en la zona de La Unión, que ofrecía imágenes similares a cuando el parque era el centro del botellón. Tras las declaraciones llegó la calma, y así seguirá hasta que los juzgados retomen su actividad habitual tras Semana Santa.