CONFERENCIA

Emilio Calatayud: «¿Cómo haces ahora para que el niño no meta los dedos en el enchufe?»

El juez de menores llena el pabellón del Centro Inglés de El Puerto para dar su visión sobre la educación

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«A mí me gusta que se me entienda y dejar las cosas claras y pido perdón si alguien se ofende por alguna comparación o chascarrillo». Pero son esas comparaciones y esos chascarrillos por los que el juez de menores Emilio Calatayud es capaz de llenar auditorios como el pabellón del Centro Inglés de El Puerto un viernes a las ocho de la tarde.

Y eso que cómo él mismo afirma va a dar una charla «que ya he dado muchas veces, porque no doy muchas conferencias, doy la misma conferencia muchas veces». Y a pesar de ello engancha desde el minuto uno y hace que los presentes le presten atención sin casi pestañear.

Y es que además pone sobre la mesa cuestiones y ejemplos cotidianos del día a día para abarcarlos de una forma comprensible y clara.

Tan clara que la mayoría de los asistentes se sienten identificados.

Y así disecciona la educación desde sus diferentes escalones comenzando por la familia, pasando por el colegio y la sociedad. Dejando claro en todo momento un concepto y es que España «no entiende de términos medios».

Así asegura que se ha pasado de un extremo preconstitucional o otro post constitucional con una generación que ha sido «esclava de sus padres y resulta que ahora son esclavos de sus hijos», principalmente porque se ha perdido el principio de autoridad.

Algo que ha ocurrido hasta en las leyes suprimiendo el último punto del artículo 154 del código civil por el que se podía aplicar medidas correctoras proporcionadas, es decir el cachete. «Yo un día le dije a mi padre que no quería sopa, me dio un coscorrón y me tomé la sopa. Ahora que parece que hay que dialogar y comprender y hacer que los hijos entiendan le dije a mi hijo que se tomara la sopa se lo intenté explicar y los perjuicios y al final no se tomó la sopa. Y encima después le hacemos patatas con filetes para que no pasen hambre".

Y es que la falta de un término medio es en lo que el juez más enfatiza. «¿Cómo haces para hacer que un niño de tres años no meta un dedo en el enchufe? Como le digas cariño no metas tus dedos en el enchufe porque puede crear un cortocircuito en todo el sistema y poner en riesgo tu propia vida, el niño está ya más que electrocutado».

Y es que para Calatayud la sociedad adolece del mal de querer que los hijos no sufran lo que han sufrido los padres, «lo que hace que consigan las cosas sin esfuerzo y por lo tanto no lo valoren». De esta manera desgranó el decálogo para convertir a un menor en delincuente con puntos como darle todo lo que quiera o reírle las gracias así como evitar posibles traumas o frustraciones.

Y aquí puso el punto en la reducción de delitos que existe ahora y lo achacó a la crisis debido a que los menores han vuelto a la escuela, «lo pasamos mal en 2004 y 2005 con bombas de relojería de 16 años ganando más de 1.500 euros», así como a que los padres pasan más tiempo en casas y ya no pueden tampoco darle todo lo que el niño quiere «aprendiendo a decir no».

Lo que sí ha aumentado son los casos de maltratos a progenitores, un delito que achaca a la clase media y media alta y que sitúa en la falta de respeto y de autoridad.

Algo en lo que también adolecen los «maestros que no solo se la quita el niño sino los padres y hasta los políticos que hay casos en los que un niño saca un uno y la Administración lo aprueba porque los criterios curriculares no estaban claros».

Aunque también achaca el problema al afán de los profesores por convertirse en colegas. «Parece que lo importante es que todos seamos colegas y así nos va».

Y así hasta llegar a la sociedad pasando por los políticos, las leyes y sin dejar títere con cabeza en una conferencia que encandiló al público y en la que mostró que la educación falla en todos sus escalones y que además de todo ello hace falta un pacto por el menor en España.

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