El acercamiento del equipo de Gobierno con el PSOE se visualizó a la hora de votar en el último Pleno
El acercamiento del equipo de Gobierno con el PSOE se visualizó a la hora de votar en el último Pleno - Antonio Vázquez
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Principios y estrategias y viceversa

Los partidos de izquierdas están inmersos en un juego desconcertante

Antonio M. de la Vega
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Hablar de política en Cádiz no es cualquier cosa. Cuna del liberalismo, azote del absolutismo, las élites pensantes eligieron este rincón de España para debatir, para innovar, para negociar, para decidir. Hablar de política en Cádiz ha supuesto históricamente hablar de valentía, de audacia.

Quizá por eso hacer política en Cádiz es difícil. El listón está alto. Los gaditanos son ciudadanos exigentes, es uno de los pocos privilegios que les quedan. Y por eso quienes hacen política tienen que estar a la altura. Tienen que saber trabajar con vocación de servicio público y con altura de miras, sabiendo escuchar, sabiendo leer, obedeciendo a los ciudadanos y admitiendo las críticas y sugerencias.

Y al final todo esto se rige por las reglas de la estrategia.

Porque no hay que obviarlo, la política no son solo ideas y medidas, es también marketing, porque la mujer del César no solo debe ser honrada, sino también parecerlo.

Esta premisa invita a realizar un análisis del estado actual de la política municipal que no debe quedarse en la superficie. Las relaciones en San Juan de Dios son, cuanto menos, desconcertantes. Los que hoy se quieren, ayer se odiaban; los que hoy se reúnen, ayer no se cogían el teléfono; los que hoy levantan la mano a la vez, ayer se señalaban con dedo acusador.

Quizá lo más chocante de todo para la ciudadanía sea la postura del Partido Socialista. El grupo dirigido por Fran González empezó su partida en este juego local regalándole el poder a los nuevos jugadores. Era la única forma de sacar sus fichas de la casilla de salida. A partir de ahí, bien porque ya había encontrado su lugar en el tablero, bien porque de verdad quería jugar, el PSOE cambió de estrategia con la táctica del cortafuegos. Allí donde Podemos veía un flanco libre para avanzar se encontraba con el bloqueo sistemático de los socialistas, casi siempre acompañados de su histórico rival, el PP. Ya sea en los consejos de administración de las empresas municipales, ya sea en los Plenos, el PSOE y el PP se iban apuntando pequeñas victorias con las que seguían imponiendo las reglas del juego.

Más o menos comprensible, más o menos coherente, pero la partida parecía controlada. Hasta hace dos semanas. Con la celebración del Pleno extraordinario sobre empleo todo cambió. El Partido Popular pensaba que iba a seguir comiéndose fichas de sus contrincantes a base de tumbar sus propuestas e imponer las suyas por la mayoría que le iban otorgando PSOE y Ciudadanos como aliados en el juego, pero todo cambió cuando la coalición de gobierno Podemos-Ganemos decidía aliarse con los socialistas para darles, no el bastón de mando, pero si la potestad para poner en la calle la medida política de mayor alcance de cuantas se pueden ejecutar hoy en día en esta ciudad: su plan de empleo.

Este fue el punto de inflexión. Los socialistas parecieron darse cuenta de que aun tenían algo que ganar en esta partida, en la que de antemano parecían defenestrados. Y decidieron que era el momento de cambiar la estrategia. El Pleno ordinario de septiembre, solo cuatro días después, fue el momento de hacerla visible. PSOE y equipo de Gobierno se bastaron para sacar adelante las propuestas de ambos y para tumbar las del PP.

Obviamente este cambio de rumbo no es casual ni improvisado. Desde hace unas semanas los contactos entre los responsables del Gobierno local y del imprescindible grupo socialista se han intensificado, han ganado en fluidez y el diálogo ha recuperado el terreno perdido por los reproches. Si ambos nos necesitamos, no tenemos más remedio que entendernos, debieron decirse los González, José María y Fran. Al primero, obviamente le compensa tragarse el sapo de la casta. Nada hay más peligroso para un alcalde que verse constantemente deslegitimado, sobre todo cuando la ciudad entera tiene la oportunidad de verlo en directo y desde su sofá. Al segundo también le convenía. La carga de la recriminación constante por parte de los de otros y, sobre todo, de los suyos, es casi insoportable. Hace ya tres meses y medio que le entregaron la llave del Ayuntamiento a Podemos. No es lógico que después de hacerlo se dediquen a tapiar las puertas de los despachos.

Pero los socialistas, que le llevan muchos años de ventaja en esto de jugar a la política a sus compañeros, no han enseñado todas sus cartas aun. Saben que tan imperdonable puede ser el bloqueo constante como la huida irresponsable. La estrategia a partir de ahora va a ser situarse en el punto intermedio. Ciudadanos la está siguiendo desde que llegó al Ayuntamiento y no le está yendo mal.

Hoy bpor ti, mañana por mí

Ya en el último Pleno devolvieron el favor del apoyo a su Plan de Empleo al equipo de Gobierno. Ahora están en paz, de momento, y todo apunta a que esa alianza era de cristal. La partida empieza de nuevo. Una partida, la que compete a ambos, dentro de otra más amplia, pero que es igual de importante e incluso más decisiva. En el PSOE son conscientes de que hay propuestas del equipo de Gobierno que no se pueden compartir y saben que esta partida acaba dentro de cuatro años y que luego empieza otra. Por eso van a dosificarse. No va a haber cheques en blanco, como dijo Fran González el día de la investidura de José María González Santos. Cada movimiento a partir de ahora va a ser medido milimétricamente.

Y mientras este juego, el más visible sigue su curso, hay otra partida soterrada que compete solo a dos, que comparten el objetivo, pero que juegan con fichas de diferentes colores. Esa partida es la que juegan desde el mismo día de las elecciones municipales los socios de Gobierno. Desde el 24 de mayo la mayor parte de la asamblea de Ganemos tenía claro que debían entrar en el Gobierno de la ciudad. Para ello asumieron que eran la parte más débil, aunque sus ideas, sus planteamientos, eran los más sólidos. Pero el pueblo es soberano y le otorgó ocho concejales a Podemos y a ellos solo dos. Entre los dos diez. No suficientes para tener una mayoría absoluta, pero los justos para, con el apoyo del PSOE, gobernar la ciudad.

Desde entonces han formado equipo, muchas veces con los dos ediles de Ganemos en la avanzadilla, salvaguardando la integridad de las fichas de unos compañeros cuya bisoñez les impide siquiera tirar el dado en la mayoría de las ocasiones.

Pero para Ganemos la partida no está siendo fácil. Han sido ya varias las ocasiones en que han tenido que salir a la palestra para dejar claro que juegan juntos, pero que no son lo mismo. La asamblea de la agrupación se mostró contraria a la idea de un concejal de Podemos de ampliar el espacio de las barbacoas; le tuvo que recordar al alcalde que por encima de la popularidad que podía reportar al Gobierno una foto suya poniéndose la medalla del Nazareno había un pacto escrito, firmado por ambos, en el que quedaba claro que la Iglesia y la Administración debían separarse; en la misma línea han decidido que no acudirán a la renovación del voto de la ciudad con la Patrona, donde sí irán el alcalde y los suyos; y por último, se han apresurado a avisar a sus compañeros de Gobierno que no solo están en contra de la controvertida decisión de crear la figura del ‘dios’ del Carnaval, sino que, si por ellos fueran, darían el paso de eliminar la de la diosa.

Pero más allá de estas diferencias de criterio, casi siempre suscritas por la asamblea de Ganemos Cádiz y no directamente por los ediles con los que cuenta en la Corporación municipal, lo que sí resultó especialmente llamativo es que en el último Pleno se votara en más de una ocasión en sentido distinto al del resto de ediles del equipo de Gobierno, es decir, los de Podemos.

Independencia relativa

Dice el propio portavoz de Ganar Cádiz y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento que no hay ningún tipo de crisis. «Frente al pensamiento único hay que acostumbrarse a un gobierno de izquierdas con dos agrupaciones entre las que a veces hay discrepancias», dice Martín Vila.

Los dos grupos van a seguir jugando en equipo. De eso quedan pocas dudas, pero cada vez va a costar más disimular las diferencias, y las hay. Tal vez en la comprometida asamblea conjunta que ambas formaciones tienen previsto celebrar antes de que termine este año se puedan diluir, pero habida cuenta de la firmeza con la que ambas se han pronunciado hasta el momento, con negativa de Podemos a converger con la otra asamblea de por medio, parece complicado que haya un encuentro total.

Al final todo se verá reducido a una cuestión de responsabilidad. Si unos tiran el dado y otros no se mueven no habrá excusas para quejarse de que los rivales te ganen la partida. Saben que tienen que ir de la mano y de paso convencer al PSOE de que salga de su casilla segura para comerse al contrincante con más concejales.

Todo al fin y al cabo es cuestión de estrategia, pero sobre todo de principios. Si unos se imponen a los otros el tablero se puede terminar volcando. Solo una conjunción de ambos factores llevará a los de rojo a la victoria. Los de azul tienen las dos cosas claras y no dejarán pasar ninguna oportunidad para contarse veinte por cada una que se coman.

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