Sin respeto no hay democracia

Fue el emperador Julio César quien rechazó a su esposa con la frase «la mujer del César debe estar por encima de toda sospecha», comúnmente conocida como «la mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo». De la misma manera, el alcalde de Cádiz no solo debe serlo, sino parecerlo. No es cuestión sólo de vestimenta, ya parcialmente resuelta con la convenientemente publicitada compra del traje de chaqueta, sino también por una actitud de respeto hacia el resto de las instituciones, piedra angular de la democracia. En esta semana ya pudimos ver cómo, en un acto solemne como la llegada al puerto del buque escuela Juan Sebastián de Elcano, no aparecía con una vestimenta acorde con la altura del acto, en especial cuando acudía no como mero espectador, sino como regidor de una ciudad.

Del mismo modo que, cuando se plantó en la calle Benjumeda para evitar el ya famoso desahucio, a quien le faltó al respeto fue a la autoridad judicial que ordenó el desalojo de esa familia. La lista parece no acabar nunca. Uno de sus concejales, David Navarro, acusó a ediles del Partido Popular de embolsarse unas cantidades muy por encima de lo que habían recibido realmente. Se disculpó, pero el daño estaba hecho. A esto se añade que, en el último Pleno, su teniente de alcalde, Martín Vila, retuiteó un mensaje en el que se insultaba al concejal Ignacio Romaní. Son muchos agravios en un mandato tan corto y parecen no tener límite. El último se produjo ayer cuando, en un acto convocado para los dirigentes municipales afines a Podemos, el alcalde de todos los gaditanos puso en duda la legitimidad del anterior jefe del estado, el rey Juan Carlos I. Las reiteradas salidas de tono de este equipo de Gobierno, en un principio atribuidas a su inexperiencia en el poder, mancha la imagen de Cádiz y, por extensión, la de sus ciudadanos.