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El Supremo rebaja la pena a un abusador por «el esfuerzo» al indemnizar a las víctimas

Su hijo también fue sentenciado por practicar tocamientos a una de las menores, sobrinas y primas de los condenados

silvia tubio
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Un padre y un hijo, vecinos de Córdoba, fueron condenados la primavera pasada por abusar sexualmente de sus sobrinas y primas, respectivamente. Según la sentencia dictada por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial, el joven convencía a las pequeñas para que se unieran a lo que él llamaba ‘el club de tocar’.

El Tribunal Supremo (TS) ha estimado parcialmente el recurso que interpuso la defensa del padre para aminorar las condenas impuestas por el órgano judicial gaditano. De 14 años y medio de cárcel a ocho años para Juan José R. B. (tío de las víctimas) y de 5.440 euros de multa a 2.400 para su hijo Jaime R. B.

El motivo aceptado por el TS es que el condenado hizo un «esfuerzo notable» para indemnizar a las familias de las niñas, dos hermanas de Cádiz que tenían siete y doce años cuando comenzaron los abusos.

El abogado alegó ante el Supremo que abonó la cantidad reclamada por el fiscal antes del juicio, 31.000 euros, a pesar de su condición de parado y de estar a punto de que se le agotara el subsidio por desempleo.

En primera instancia, la Audiencia Provincial consideró como atenuante la reparación del daño, pero no en grado muy cualificado. En la primera sentencia, los magistrados explican que esa cantidad para una persona de clase media no supuso tal esfuerzo.

Algo que no comparte el TS atendiendo a la actual coyuntura de «profunda crisis económica» y por eso acepta los argumentos de la defensa, reduciendo la pena en más de un tercio: «No puede sostenerse, sin más, que una cifra como la de que aquí se trata (31.000 euros) pueda merecer esa valoración en el marco de la economía de una familia estándar perteneciente a ese estrato social».

El argumento fue defendido por el abogado del padre, pero el TS recuerda que en caso de decisión que beneficie al reo debe aplicarse a todos los condenados, aunque no hayan recurrido. Así, la reducción en la pena final también es aplicable al primo de las víctimas.

Los retrasos, de nuevo

La reparación del daño no ha sido la única atenuante aplicada a los condenados. También ha jugado a su favor que en el procedimiento se han producido retrasos injustificados en el proceso, algo que está estrechamente relacionado con la sobrecarga y la falta de medios que soportan los juzgados.

Recientemente, este periódico publicaba otra sentencia de un padre que había abusado de su hijo. Le impusieron una pena final de cuatro años de cárcel por practicarle una felación a la víctima.

Tanto la Audiencia como el TS reconocieron retrasos de «lamentables» e «injustificables» en un proceso que tardó seis años y medio en resolverse. El gran beneficiado del anormal funcionamiento de la Justicia, es el acusado.

Los hechos que han sido juzgados ocurrieron entre 2008 y 2010. Los condenados aprovechaban las reuniones familiares por vacaciones de verano, cumpleaños o Navidad para cometer los abusos y aprovechando la confianza que depositaban en ellos los progenitores de las pequeñas.

En el caso del padre, la conducta fue más grave porque a la niña más pequeña, además de practicarle tocamientos, llegó a introducirle los dedos en la vagina, cometiendo una agresión sexual. Un informe forense determinó que la menor sufría lesiones internas.

Para amedrentarlas, relata la sentencia de la Audiencia, el adulto mostraba una navaja multiusos que dejaba cerca a la vista de las pequeñas cuando cometía los abusos. También las amenazaba con matar a sus padres o entregarlas a los Servicios Sociales. Si bien, la Audiencia lo absolvió de un delito de amenazas.

Su hijo, según la sentencia, no llegó más allá de los tocamientos y con la víctima de mayor edad, el delito que cometió fue de exhibicionismo al desnudarse delante de ella.

Las pequeñas acabaron contando lo que estaba ocurriendo cuando un día vieron un folleto informativo en su colegio en el que se fomentaba a las víctimas de delitos sexuales a romper con el silencio y reconocieron sus experiencias con las situaciones descritas en ese documento.

El padre de las pequeñas fue alertado por teléfono. En ese preciso instante se encontraba con el tío de las niñas en un bar. Cinco días después fue formulada la denuncia en la Comisaría Provincial. El condenado fue arrestado junto a su hijo en Córdoba, donde residían ambos, después de que Juan José R. B. huyera de Cádiz.

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