inmigración

La otra 'operación salida'

Miles de gaditanos que trabajan fuera de la provincia y de España aprovechan las vacaciones estivales para realizar una de las pocas visitas del año a su tierra natal

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando España se creyó rica y próspera, se acostumbró a mirar con cierta condescendencia a los miles de marroquíes que, cada verano, atravesaban la Península Ibérica con sus coches llenos de bártulos. Casi todos coincidían en la provincia de Cádiz, figurada cabeza de puente para cruzar hasta su tierra comprometida en un ferry. Los españoles, los gaditanos, hechos durante décadas a emigrar, contemplaban sin interpretarlo ese paréntesis en el que los emigrantes eran otros. Ahora, de regreso a la realidad de zona periférica y lastrada con plomo por las esclavitudes del mercado internacional, son los gaditanos los que cada verano hacen y deshacen maletas, van y vienen, en esa otra ‘operación salida’, en esa versión de ‘operación retorno’ que no tiene las vacaciones como destino. Son unos días, de los pocos del año, en el que los que debieron o quisieron buscar un empleo, o uno mejor, lejos de su tierra pueden reencontrarse durante unas semanas con su familia, su entorno y sus amistades de siempre. Pili es un ejemplo extremo de este fenómeno eterno y renovado. El próximo sábado llega a Cádiz David, su pareja y el padre de sus cuatro hijos. Los seis emprenderán días después un viaje de 40 horas en avión hasta Australia. Imposible emigrar más lejos. Si fueran más allá, se acercarían a Cádiz de nuevo. David, australiano, llegó a finales de los 90 a la capital gaditana, se conocieron y planearon vivir siempre en la capital gaditana. Crearon una familia con esos pequeños que van desde la Educación Infantil hasta la preadolescencia. Cuando la falta de trabajo arreció, él decidió volverse a probar suerte, a sobrevivir, a su país natal y la encontró. Empezó a trabajar en una empresa de pinturas y le fue tan bien que a los pocos meses decidió fundar una propia. Ahora, sin esperanzas de poder volver a Cádiz y con su familia al otro lado del planeta, son los cuatro niños y Pilar los que emprenden la travesía pare reunirse. Desde el próximo verano (invierno allí) podrán ser miembros de la invisible agrupación de gaditanos que vuelve a la provincia cada estío pero no para descansar, si no para reencontrar.

Sin las peculiaridades infrecuentes de distancia y número de hijos de la familia que parte hacia Oceanía, los testimonios de media docena de gaditanos que trabajan lejos de su tierra sirven para entender lo que sienten ahora que, en algunos casos, tienen ocasión de volver por unos días. Eso sólo le sucede a los más afortunados, y únicamente en verano o Navidad. Casi todos son muy críticos con la realidad social de una tierra que, según la última Encuesta de Población Activa, sufre un índice de paro del 42%, el triple que hace sólo siete años. Un índice propio de países subdesarrollados. Más allá del pesimismo, la mayoría considera imposible volver a trabajar en Cádiz. En el mejor de los casos, vienen unos días a ver a los suyos, a ver lo suyo, a contemplar lo que, en muchos casos, añoran. Pero nada más. Luego toca volver a partir. Sus testimonios sirven para conocer otra realidad gaditana vista desde fuera con ojos de dentro.

Jesús Jiménez Cañada Frankfurt, Alemania, 34 años

Es licenciado en Biblioteconomía e Informática de Gestión. Ahora trabaja en Desarrollo de Negocios de la Feria del Libro de Frankfurt. Este gaditano lleva 11 años lejos de su ciudad y ha pasado por Berlín, Madrid, Venecia, Barcelona, Osaka, San Sebastián o Göttingen. Vuelve a Cádiz cada vez que puede pero asegura que es dificilísimo: «por tiempo, por dinero y por combinaciones. Los transportes son, como otros aspectos de la gestión, un desastre en Cádiz. La última vez que estuve fue en Navidad. Quise venir en Semana Santa, pero lo más barato que encontré fue una combinación por 680 euros. Por ese dinero me podría haber ido a Nueva York. Pero claro, mi madre no vive en Nueva York».

Admite que la primera emigración fue «por elección vital, por conocer algo de mundo, pensando que podría volver cuando quisiera. Luego, cuando empecé a hartarme de mudanzas, me dí cuenta de que el Cádiz al que quería volver lo han destruido hace casi 20 años».

Sus esperanzas de volver a trabajar en su ciudad no existen «ni en unos meses ni en unos años. Tengo familiares y amigos de mi edad que llevan más de cinco años en paro. Ahora mismo, volver sería un suicidio profesional. Cada vez que vuelvo el panorama me parece más desolador. El sector privado está cayendo en picado, me faltan dedos para contar los negocios de amigos y conocidos que cierran cada seis meses. La administración tiene otras prioridades aparte de invertir dinero, tiempo y esfuerzo en dar trabajo a los ciudadanos. Hace tiempo leí que Cádiz tiene una tasa de paro del 43%. Mayor que Kenia. A esta situación no se llega en unos meses. A esta situación se llega en años y años de mala gestión. Podría decir que la culpa de todo la tienen la alcaldesa y su equipo pero sería un error. La tienen también los gaditanos que llevan tanto tiempo votándoles o que pasan de ir a votar porque no sirve para nada. Y la culpa la tengo yo y los que, como yo, nos hemos quitado de en medio. Es culpa de todos nosotros».

Óscar Castillo Pacheco Ottignies, Bélgica, 46 años

Profesional de la electricidad y la construcción, este portuense vive y trabaja en Bélgica desde hace tres años, en una empresa de mantenimiento. Añora volver a la provincia siquiera unas semanas en verano, pero admite que es muy difícil. «Mi familia tiene seis miembros: mi mujer, mis tres hijos, mi suegra y yo. Desplazarnos a Cádiz una vez al año depende de lo que consigamos ahorrar. Aquí, donde vivimos, tampoco está la cosa para tirar cohetes». Óscar admite que emigró «por absoluta necesidad, dada la situación catastrófica que vive la Bahía. No es posible trabajar en Cádiz. La tasa de desempleo es la más alta de toda España y con la edad que tengo es más difícil aún».

Cuando se le pregunta por el regreso, asegura que lo desea, «por supuesto», pero con la misma rotundidad lo considera casi imposible. «Seamos realistas. No va poder ser ni a corto ni a medio plazo. Conozco a muchos que han tenido que emigrar como yo. Por ejemplo aquí en Bélgica, hay mucha gente bien formada que está desempeñando puestos inferiores a su formación académica por un sueldo miserable».

Sobre las causas de la escandalosa situación del empleo en Cádiz, cree que son varias, diversas: «Cádiz lleva desangrándose muchos años, su alta tasa de desempleo se debe, a mi entender, a varias enfermedades».

Entre ellas, apunta: «la gestión pésima, rozando el caciquismo, de las administraciones públicas, la venta de industrias a firmas extranjeras, los ERE continuos, la falta de carga de trabajo de astilleros , dejándole nada más que las migajas para tenernos callados, creando con dinero público infraestructuras como el Polígono de El Puerto de Santa María, donde está todo cerrado y no invierte nadie, el poco turismo que nos llega lo tratamos mal cobrándoles zonas naranja para aparcar... La mayor culpa de esta situación la tenemos los ciudadanos que vivimos en Cádiz, que consentimos año tras año que quienes nos gobiernan, nos dobleguen a su antojo. Nuestros gobernantes se someten a lo que les imponen las grandes economías para continuar engordando sus cuentas en Suiza o Andorra».

Mirian Caucelo Manchester, Inglaterra, 31 años

Esta gaditana, licenciada en Administración de Empresas, trabaja en hostelería. Asegura que la distancia le permite venir entre tres y cuatro veces al año a su Cádiz natal. De hecho, ahora pasa unos días de vacaciones en su ciudad, con su familia: «La verdad que mi trabajo es bastante flexible». Admite que se marchó, «en primer lugar, por el deseo de mejorar el idioma pero después de seis meses decidí quedarme allí, seguir estudiando y formándome en otros campos así como disfrutar y aprovechar la experiencia cultural y personal de vivir en el extranjero».

Al contrario que el resto de emigrados, considera «posible» el regreso. Es más, lo tiene pensado: «En algunos meses seguramente vuelva a la provincia con la idea de poner en marcha un proyecto. No sé si existe una recuperación económica, pero sí hay un mayor movimiento de jóvenes emprendedores lo que a medio plazo dará lugar a una recuperación».

Cuando tiene que analizar la situación del mercado de trabajo y de la economía en la provincia, encuentra razones como «su ubicación periférica». Aunque también considera esta característica como una ventaja: «En exportaciones, Cádiz esta situada como líder tanto en número de empresas como en euros. La situación puede dar un giro si somos capaces de crear una cultura de comercio internacional para las empresas de la provincia».

Carmen Facio Bristol, Inglaterra, 27 años

Esta arquitecta cumple casi exactamente con la media y regresa a su San Fernando natal dos veces al año: en Navidad y en verano. Acaba de estar en La Isla unas semanas pero ya se ha reincorporado a su trabajo. Lleva más de dos años en Gran Bretaña. Asegura que salió de la ciudad «por necesidad». «Ahora no encontraría, ni encontré, absolutamente nada relacionado con la arquitectura en mi entorno más cercano o incluso en el resto de Andalucía. Tampoco me hubiese sido fácil en ciudades como Madrid o Barcelona ya que acababa de terminar la carrera cuando me fui al extranjero y no tenía ninguna experiencia». 

Eso sí, también incluye algo de voluntad en su etapa como emigrante: «Aunque no hubiese sido por necesidad, me habría venido un tiempo a vivir al extranjero». Respecto a la posibilidad de volver, no se anda con paños calientes: «No lo considero posible, ni siquiera en años, si quiero seguir trabajando como arquitecta. Incluso lo veo complicado de cualquier otra cosa. Lo deseo. Mi familia y mis amigos siguen en Cádiz y todos sabemos lo bien que se vive. Con esto no quiero decir que en Bristol viva mal. Pero lamentablemente no percibo ninguna mejora en la provincia y, lo que es aún peor, cada vez que voy siento como todo se va empobreciendo y deteriorando. Conozco a bastante gente que también se ha tenido que marchar al extranjero debido a la falta de oportunidades profesionales. Unos amigos se han ido a Chile, otros están en Francia, Alemania e Irlanda. El Reino Unido está plagado de españoles. Por ejemplo, en Bristol, cuando andas por la calle escuchas a gente española por todas partes. ¡Incluso hace poco me di cuenta que dos de mis vecinos son españoles!». 

Respecto a los motivos de la escasez de empleo en Cádiz, trata de eludir «el error de intentar arreglar el mundo en un par de frases». «Hay muchas cosas que no funcionan en España, en general, y en Cádiz, en particular. En mi opinión, la más importante es la falta de apoyo al emprendedor además de las cantidades abusivas de dinero que hay que pagar por ser autónomo en España. Por no mencionar la necesidad de más viveros de empresas como primera medida para potenciarlo: si te paseas por San Fernando observas decenas de edificios de nueva construcción o incluso antiguos en los que se podrían instalar perfectamente».

Eva Soto Sánchez Chicago, EE UU, 30 años

Esta auditora gaditana está a punto de cumplir dos meses en la capital del estado de Illinois. Debido a la distancia, sus viajes de regreso a Cádiz suelen limitarse a uno al año, en Navidad, y sólo en ocasiones afortunadas se produce el segundo. Admite que su emigración responde a «una decisión, fue una elección totalmente planificada. Llegué a un punto en Cádiz donde no podía ascender en mi carrera. Ahora trabajo para una gran multinacional. Con meses de antelación comencé a prepararme. Tras cuatro entrevistas y superar muchos requisitos, conseguí la plaza que tanto deseaba en la central de mi empresa».

A diferencia del resto de emigrantes, Eva no desea regresar a Cádiz, al margen de que sea o no posible: «Mi perfil difícilmente encajaría y volvería a estar en la misma situación de la que escapé». Respecto a la situación general en la provincia, lamenta que no percibe ninguna mejora real cada vez que regresa: «Es muy triste volver a casa por Navidad y ver a tus amigos en la misma situación o ver que otro de tus bares de tapas preferidos ha cerrado y ha dejado sin trabajo a otra familia».

A pesar de todo, conserva cierto optimismo sobre el futuro en Cádiz: «No creo que falte iniciativa, contamos con profesionales muy cualificados y creativos. Pero falta ayuda para esos pioneros que realmente quieren cambiar la sociedad y generar más puestos de trabajo. Dada la situación de nuestra provincia, no es siempre viable la ubicación de grandes multinacionales por lo que debería de fomentarse la iniciativa de los emprendedores. Las cuotas y las condiciones de los autónomos, por ejemplo, acentúan aun más la situación de pasotismo. Cádiz debería de abrirse mucho más, y los idiomas juegan un papel esencial . No deja de ser asignatura pendiente de muchos gaditanos».

Eduardo Montero Roncero Aberdeen, Escocia, 41 años

Este arquitecto de profesión, ejerce ahora como ingeniero en grandes estructuras y plataformas flotantes para empresas como BP. Nacido en Cádiz, lleva ya más de dos años de trabajo en el Norte de Gran Bretaña, en todo ese tiempo sólo ha regresado dos veces: «una en el verano de 2013 y otra en Navidad. Tengo pensado otro regreso en octubre. ¡Espero!». Su emigración comenzó por «la falta de salidas profesionales». «Eso hizo que me replanteara mi vida pero mi decisión de venir a Escocia fue una elección personal. Soy muy feliz donde vivo y con lo que hago».

Volver a trabajar en Cádiz le parece «siempre deseable pero poco posible». «Me encantaría. Cádiz podría tener mucha proyección en el trabajo que hago ahora pero no barajo la posibilidad de volver ni de manera remota. De momento mi realidad y mi nueva vida están en otro sitio y trato de mantenerme centrado en eso aunque cuando pienso en echar una cervecita en Casa Manteca me desconcentro un poco... Lo bueno de todos esos sitios que tenemos en Cádiz es que uno siempre puede volver, aunque sea de vez en cuando».

Respecto a una posible recuperación de la economía española y una mejora de la dramática situación de desempleo en la provincia, asegura tener pocos datos: «Cuando no se vive en el país no se puede saber más que lo que cuentan la familia y los amigos o lo que se lee en los periódicos. No tengo comunicación con España con la frecuencia que desearía y la situación de la provincia no aparece mucho en mis conversaciones».