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Una antología rastrea la huella del jazz en la poesía española

El profesor Juan Ignacio Guijarro presentó esta semana en la Fundación Ory este libro sobre la relación entre ambos géneros artísticos

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Los melómanos sabrán que ‘Strange fruit’ o ‘Fruta rara’ es el título de un pieza musical contra los linchamientos de negros en los estados del sur de EE UU que se hizo conocida mundialmente en la voz de la aún más famosa cantante Billie Holiday. En su homenaje, el profesor Juan Ignacio Guijarro, ha utilizado la canción para poner nombre a la primera gran antología dedicada a recorrer la huella del jazz en la poesía española contemporánea. ‘Fruta extraña. Casi un siglo de poesía española del jazz’ (Fundación Lara, Colección Vandalia, 2013) se presentó hace unos días en Cádiz, en un acto acogido por la Fundación Carlos Edmundo de Ory. En esa puesta de largo participaron Guijarro, profesor de la Universidad de Sevilla especializado en la literatura de los siglos XX y XXI y en su relación con otras artes como la música o el cine que se ha encargado de la edición de la obra, y el editor de la colección Ignacio F. Garmendia. El recorrido por los autores y el mapa que relaciona a estas dos expresiones artísticas comienza en la misma portada con la alusión a la cantante afroamericana. A partir de ahí, Guijarro ha reunido 154 poemas de 126 poetas diferentes que, en lengua española o en alguna de las otras lenguas coficiales del país, reflejan en sus versos temas vinculados al género del jazz. La selección proviene de un corpus «muy vasto», según el profesor. Un granero amplio y, en algunos casos, sorprendente. La historia, la de la propia España y la evolución de la música nacida en Nueva Orleáns, explica la mayoría de las presencias en el libro. Como el hecho de que el escritor con más piezas incluidas en la antología, Joan Margarit, sea catalán. «El jazz llegó durante la I Guerra Mundial a través de los batallones de negros que se mandaban a Francia y, por cercanía, entró en España por Cataluña», explica el autor de la antología, profesor de Literatura Inglesa y Norteamericana de la Universidad de Sevilla.

Su selección queda recogida de manera cronológica –por fecha de nacimiento de los autores– y en ella están representadas todas las generaciones y tendencias: desde las vanguardias hasta los autores actuales, pasando por la generación del 27, la poesía de posguerra o las promociones de los años cincuenta y sesenta. «Puede que cuando ha habido una mayor incidencia de esta relación entre poesía y jazz haya sido en los últimos 25 años. En este tiempo, tras la llegada de la democracia, empiezan a proliferar los festivales y el jazz se vuelve mucho más cercano, a pesar de que sigue asentado como una música de minorías», destaca Guijarro. En su tarea de investigación, el autor de la antología ha buceado sobre las poetas. A cerca de las plumas femeninas que en alguna ocasión hayan recurrido al jazz para su producción. Aunque son pocas, resalta, sí es cierto que en un periodo de tiempo muy determinado, en los locos años 20 del siglo XX, las españolas fueron más prolíficas en este sentido que las escritoras norteamericanas.

En este transitar por la conexión de jazz y poesía, «dos artes empáticas», el profesor plantea los tratamientos, las formas en las que la música negra ha sido interpretadas por los autores españoles y, casi por extensión, el resto de la población. «Emilio Carrera, un escritor bohemio y castizo ensalzaba el chotis por encima del jazz y Rogelio Buendía hablaba de una música mucho más elitista y de calidad, el vals». Pero por encima de todas esas consideraciones negativas, una aún mayor. La que refería Blas de Otero en su soneto ‘No le valdrán’ o en las primeras aproximaciones de Jorge Guillén con títulos de crónicas como ‘Negritos’ o ‘Más negritos’. Aunque, según resalta Guijarro, la gran parte de los escritores han optado por la visión celebratoria del género.

Tras la II Guerra Mundial, la propia filosofía del jazz cambió. Ya no era considerada una música sólo para bailar y festejar, sino una vía para la reflexión.Entonces, quizá, la fusión con la poesía, «género literario de minorías», se hizo más fuerte. Tanto que, en España, y tras el flamenco y la lírica no hay género con más referencias o alusiones en poemas como el jazz, incluso por encima del pop y el rock. La razón, sus lugares comunes: «La identidad, el paso del tiempo, la muerte, la memoria...»