la última

El hospital envenenado

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mañana jueves es el día Dé. La hora Hache será a la hora del café, quizás un poco después, cuando las manecillas del reloj viejo del viejo Ayuntamiento por rehabilitar de la Real Isla de León –que perdió su nombre hace ahora 200 años– marquen las seis de la tarde. La gente se va a preguntar qué tiene que hacer, si debe acudir o no a la manifestación convocada para exigir que se solucione el problema del Hospital Militar de San Carlos. No sabrán qué hacer. Ayer nos tomamos el café con Pedro Morenés, vamos, el Ministro de Defensa, a quien a las cinco de la tarde le preguntaba Antonio Sanz en el Senado que qué quiere el Ministerio respecto al Hospital. Como estaba preparado, Morenés contestó a Sanz para que se enterara María Jesús Montero, la Consejera de Salud y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, que sí, que le ponemos un lacito rosa y os lo regalamos, a la Junta, el Hospital de los isleños. En la tribuna del público del Senado estaba el alcalde José Loaiza escuchando que Defensa transmitirá gratuitamente la propiedad «definitiva» del Hospital General Básico de San Carlos al Servicio Andaluz de Salud. Juego, set y partido, pensará Loaiza, quién además ha solucionado en un plisplás (no creo en las casualidades) el asunto del Polígono de Tiro Janer, que adquirirá Zona Franca para construir un parque comercial y empresarial de 60.000 metros cuadrados. En dos días, dos noticiones.

Y el hospital envenenado, que lo ha aceptado ya la Junta. Me consta que contaban con ello, que todo se había convertido en una ajedrecística negociación en la que del uso compartido subo a la cesión y de la cesión me planto en la nuda propietas. Ya respondió la Junta, por boca de Montero, que sí, para evitar figurar como la mala de la película en la manifestación de mañana. Pero el sí de la Junta de Andalucía a este hospital envenenado que nadie quiere tiene matices de tonalidades diferentes. En primer lugar, el Hospital de San Carlos incorporado al plantel del SAS quizá sea la muerte en vida del otrora poderoso Pascual cuyos conciertos corren un severo peligro, por mucho que improvisara la oferta del estrambótico plan referido al centro militar isleño (por el que dicen que incluso pidió la sangre de una doncella virgen). Por otro lado, vemos el problema del personal del hospital. ¿Tendrá María Jesús Montero valor para decirle a la cara a los cientos de trabajadores que no los quiere y que van a la calle? ¿Tendrá Morenés la capacidad para reubicarlos o indemnizarlos? Lo que sí tengo claro es que la estación de penitencia hospitalaria la tiene bien prevista López Gil, que para algo es el más inteligente (y se le nota) y como buen Karpov que es viene valorando las opciones para cada posible respuesta de Defensa, porque, como bien sabe, primero aceptarán la transmisión lucrativa del hospital y luego llegarán los abogados a discutir los flecos que eternizarán el proceso.

Por todo eso, mañana estaré en la manifestación porque me niego a ser un peón de las luchas de poder político. La voz de la Real Isla de León debe alzarse por boca de sus habitantes y decirle claramente a los que se supone que la representan que no quiere que continúe este faroleo. Básicamente, que los usuarios no queremos esperar cuatro horas en urgencias.