la última

La gélida determinación y la calidad indeterminación

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Platón escribió el Mito de la Caverna y pensaba ya en la existencia futura de una corriente económica, el keynesianismo. Auténtica bandera económica de los progres del mundo, donde después del desastre del socialismo-comunismo, es lugar de refugio de intelectuales y menos intelectuales de la izquierda. El relato del filósofo de filósofos partía de un grupo de hombres encadenados a sus convicciones, que confundían la realidad con las sombras proyectadas por la luz del mundo real, que entraba por las rendijas de la apertura de la entrada de la caverna. Pero cuando salen de la caverna y observan la realidad, rehuyen de ella. No la quieren aceptar. Construyen sus dogmas sobre ficciones. No aceptan la realidad, porque los medios para conocerla, que es simple luz del día. Se arrepienten de haber salido al exterior, donde los hombres son libres y son capaces de diferenciar las sombras de la realidad.

El crecimiento económico producto de la realidad, que no de la ficción, tiene un solo camino, la libertad de los individuos en toda su dimensión. También en lo económico. Para que el individuo se realice dentro de la realidad, se requiere el respeto primordial de la propiedad privada, lo que supone seguridad jurídica, sistema fiscal justo y necesario, un Estado fuerte y de pequeñas dimensiones incapaz de alienar al individuo e imposibilitado de intervenir en los designios vitales individuales, lo que debe aderezarse con una amplia dosis de libre competencia y transparencia en los elementales mecanismos de mercado.

Pues bien, el frío del Báltico hace ver la realidad con determinación, mientras que la calidez mediterránea termina por embaucarnos en la ficción, arrastrándonos a la indeterminación en la toma de decisiones de política económica. Es el determinismo del caso letón frente al indeterminismo del caso español. Letonia debe ser considerada paradigma de lo importante que es hacer lo que se debe, aún siendo tildada de neoliberal. Con una crisis de mayor envergadura proporcionalmente que la española: sistema financiero intervenido, bonos a diez años al 12% de rentabilidad, contracción del PIB del 18% y paro del 21%. Esas eran sus credenciales en 2008. En 2009 se convocan elecciones para atajar el desastre. Se informa fidedignamente a la población y se ejecutan políticas realistas ante la situación de zozobra. Se hace caso omiso a las políticas esgrimidas desde 2007 por los economistas keynesianos. Son tachados de neoconservadores, neoliberales y no sé cuantos epítetos más. Además, pudiendo haber devaluado su moneda, deciden atajar sus problemas estructurales, decidiendo centrar su política económica en una drástica e inteligente devaluación interna sin precedentes, ante la gravedad de los acontecimientos. Hoy su situación es la siguiente: crecimiento en 2011 del 5,5% y en 2012 del 3,5%. Reducción del desempleo al 13% en 2011 y cayendo de forma fulgurante.

La austeridad ha sido determinante. Ha habido determinación en la drástica bajada del gasto público y en desregular la actividad privada. Su determinismo preconcebido ha sido la clave del éxito.