Vuelta de hoja

Los descartados

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No es que prefieran contemplar cómo les va la partida a otros, en condición de mirones, es que no les dejan ni asomarse al tapete. Por otra parte ellos no saben a qué carta quedarse, ya que todas están marcadas. La enorme legión de los parados se acaba de incrementar en más de dos mil tras el despido de los que trabajaban en Spanair. No se equivocó Rajoy al decirle a sus colegas en Bruselas que «ahora viene lo peor», pero la profecía es válida también para cualquier otra fecha venidera. Un millón de españoles puede caer en la pobreza y muy pocos tendrán fuerza para levantarse. Dicho con otros números: uno de cada cuatro españoles corre el riesgo de ser pobre de pedir y otro añadido, que es que nadie le dé nada. Pedid y se os dará, pero ya sabemos todos que no se especifica por dónde.

Hay quien afirma que eso que llamamos suerte es algo que hay que buscar, pero otros creen que hay que merecerla y un tercer grupo opina que viene al encuentro sin que sea necesaria hacer ninguna de las dos cosas. Los chinos, si bien no todos, ya que son muchísimos, tienen un refrán que dice que «más vale una gota de suerte que un barril de sabiduría». Ahora están en el llamado año del dragón, pero si la reparten equitativamente cabrán a muy poco. ¿A qué llamamos suerte? Cervantes, que tuvo una vida muy desventurada, nos dejó dicho que «somos nosotros los que nos fabricamos nuestra ventura». Cualquiera sabe. «La fortuna a unos les da todo y a otros cosa ninguna», dice el refrán. También está muy extendido el criterio de los más pesimistas que predican que no debemos preocuparnos cuando todo nos sale bien, porque eso pasará pronto. Lo terrible es que haya tantos jóvenes y otros menos jóvenes a los que les han roto la baraja. No pueden probar suerte. Los han descartado y ni siquiera pueden participar. Ellos saben que con las cosas de comer no debiera jugarse nuca, pero son los tahures los dueños del garito y sus cómplices los que reparten los naipes.