En el vídeo: Ceremonia del CCI Aniversario del Grito de Independencia de México. / Foto: Viviana Delgado| Vídeo: YouTube
mes patrio en el país azteca

La noche del 'grito de Dolores'

Con fervor y orgullo México celebra 201 años de haberse independizado de España

MADRID Actualizado: Guardar
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Los rayos del sol dejan caer su luz sobre el zócalo de México Distrito Federal. La gente va de un sitio a otro, aún indiferente, en esa metrópoli que alberga en 1.485 kilómetros cuadrados casi a nueve millones de personas. Muchos van a trabajar. Otros a la escuela. Algunos más de compras, ya que ‘la capital’ es uno de los sitios para encontrar desde un alfiler, hasta la joyería más fina a precios muy baratos. La prisa apremia. Es 15 de septiembre, la ‘noche del grito’. Los mexicanos festejan 201 años de haberse independizado de España.

A diferencia de la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el cura Miguel Hidalgo y Costilla convocó al pueblo de Dolores Hidalgo, Guanajuato, mediante el toque de las campanas de la iglesia a rebelarse contra el dominio español, esta vez las armas son un platillo típico, y una velada de fiesta llena de música. Ya sea en casa, en la explanada de su municipio, o en el Centro Histórico.

Las principales calles del DF se tiñen de verde, blanco y rojo, los colores de la bandera. Ya sea porque las han adornado o porque algún ambulante se ha establecido su negocio para vender todo tipo de artículos que no hagan olvidar a los mexicanos que ese día festejan ‘el grito’.

Preparativos

El mediodía llega. Las calles más importantes empiezan a ser bloqueadas por centenares de policías. Los edificios más representativos de la capital mexicana lucen llenos de focos tricolor. Figuras que forman símbolos patrios como la campana que hizo sonar Miguel Hidalgo, o el famoso Ángel de la Independencia que se encuentra colocado en la avenida más famosa de la ciudad: Reforma. También se hace alusión a los principales ‘héroes de la Independencia'.

La gente se empieza a instalar. Algunos puestos de comida típica ya han colocado sus comales (especie de sartén muy grande) para hacer quesadillas, flautas, pambazos, gorditas o sopes. Platillos que tienen como base el maíz con guisados y aderezado con nata, queso fresco y la tradicional salsa picante. Ya sea con tomate verde o rojo.

Los eventos dan inicio alrededor de las 16.00 horas. Hay todo tipo de espectáculos para todas la familia, las cuales, muchas veces, han llegado desde muy temprano para ‘ganar buen lugar’. Hay algunos menos precavidos y se van incorporando poco a poco a la explanada de la octava capital más rica del mundo. Y es que la entrada es limitada, ya que se ha cercado la ‘plancha’ del zócalo por razones de seguridad.

Últimos detalles

El sol se empieza a esconder. Enormes sombreros revolucionarios, banderitas pintadas en las mejillas, pelucas tricolor, banderas de todos los tamaños, camisetas bordadas o estampadas, bebidas con diseños conmemorativos. Niños con bigotes postizos, moños tricolores sobre el cuello. Pero lo más sobresaliente: 50.000 destellos de emoción y orgullo que se unifican una vez al año a la espera de que lleguen las 23.00 horas, cuando su presidente ‘dará el grito’.

Todos los cambios en el estilo de vestir o de maquillarse es válido para recordar lo que tiempo después convertiría a México en una nación autónoma, libre y soberana. La hora ha llegado. Pareciera que la gente no está cansada de permanecer, muchas veces más de doce horas parada, y gran parte del día bajo los rayos del sol y en la tarde bajo la lluvia. Cada 15 de septiembre suele llover en la capital.

Bailando, gritando, conociendo gente o haciendo ‘día de campo’ en el corazón de la décima metrópoli más grande del mundo, han sido los pasatiempos de los orgullosos mexicanos que ahora ceden su atención al balcón del Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo Federal, construido en 1552 y que también fue la residencia privada de Hernán Cortés, conquistador español del imperio azteca.

El grito

La hora ha llegado. Como hace 201 años, los mexicanos están alertas al ritual patriótico. Las vuvuzelas disminuyen su sonido. La gente intenta guardar silencio. Las banderas parecen tener vida propia. No cesan su movimiento. Adentro del Palacio Nacional, el presidente en turno lleva a cabo el protocolo de recibimiento de la bandera de México y sale al balcón acompañado de su esposa. Este año es Felipe Calderón Hinojosa quien ha ondeado la bandera. La sostiene con fuerza y la inclina hacia el zócalo. Comienza a hacer sonar la campana representativa de 1810 y grita con fuerza: "Mexicanos, ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria! / ¡Viva Hidalgo! / ¡Viva Morelos! / ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! / ¡Viva Allende! / ¡Vivan Aldama y Matamoros! / ¡Viva la Independencia nacional! / ¡Viva México!".

El fervor llega a su clímax. 50.000 mexicanos hacen eco de las palabras que recuerdan lo que hace dos siglos hiciera levantar en armas al pueblo en voz de Miguel Hidalgo y Costilla: “¡Viva la Independencia!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Muera el mal Gobierno!” El discurso ha cambiado. A los mexicanos ya no les interesa rebelarse. El Estado ahora es laico. El sistema de Gobierno es democrático. Los mexicanos sólo festejan emotivos y emocionados un año más del inicio de su independencia.

El presidente empieza a entonar el himno nacional. Los presentes lo entonan de manera simultánea. El orgullo de ser mexicano se podría casi escribir con mayúscula. Los juegos pirotécnicos multicolores hacen gala en los cielos aztecas. No dejan de sonar las campanas echadas al vuelo en todas las iglesias. Las clases sociales que tan marcadas están en este país parecen dejar de existir, convirtiendo el entorno en un solo pueblo. Ése, el del México Independiente que algún día alzó sus alas para poder volar solo.