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El cementerio de las ideas

La ausencia de un impulso decidido en políticas nacionales deja unos huecos que llenan otros

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La instalación de un cementerio de residuos nucleares, eso que los técnicos llaman Almacén Temporal Centralizado (ATC), pone en evidencia las carencias de España a la hora de concretar políticas que tengan la marca de nacionales. Hace unos días Zapatero presentaba en Estrasburgo su programa para el semestre presidencial. Decía, y con razón, que en un mundo globalizado Estados Unidos habla con una sola voz, como Asia y hasta Latinoamérica a veces. La Unión Europea no puede ser una voz partida en 27 vocecitas en el concierto mundial. Pero el presidente rechaza fuera lo que tiene dentro. El debate del silo nuclear subraya el omnímodo poder de las autonomías y su vocación, cuando les peta, de frenar políticas que articulan la nación española.

No alcanzo a explicar el 'dontancredismo' del Gobierno en lo del ATC. Su inacción, su forma de mirar a otro sitio, su afán por que se descuarticen otros es incomprensible: alcaldes, presidentes autonómicos, candidatos a la presidencia, amenazantes verdes y ecologistas con silla en la Generalitat catalana, convergentes y populares. Todos tiene una voz, pero, ¡ay!, no sabemos qué piensa Zapatero, y menos su ministro de Industria. El vodevil es una comedia ligera, con situaciones equívocas para provocar la hilaridad del espectador. Si no fuera porque el debate que nos ocupa esconde mentiras, incoherencias biográficas y mucha exageración, podríamos admitir que estamos ante una comedia desenfadada. La ausencia de un impulso decidido en las políticas nacionales deja unos huecos que razonablemente llenan otros, bien sean ayuntamientos o autonomías.

Barreda, Montilla, Cospedal. son incapaces hasta ahora de explicarse. Rajoy sigue sin tener una opinión fundada, lo que sorprende porque no tiene un pase que el que pretende La Moncloa haga gala de semejante carencia. Zapatero tira de buenismo y talante y pide consenso. ¿Y qué más, presidente?

Los dirigentes deficientes se tapan con el trapo del consenso. Gobernar es elegir y asumir responsabilidades. Si Zapatero hubiera hablado con Rajoy, si Rajoy tiene el sentido de Estado que dice tener en público, si se hubiera hablado con los presidentes autonómicos afectados, el Gobierno, como es su obligación, habría señalado el lugar donde colocar el silo nuclear. Pero no es así, porque eso desgasta y las encuestas sufren. El vodevil deriva en drama. Y en eso estamos. Uno pide consenso. Otro, seriedad. El de más allá se lleva la polémica a sus Cortes regionales. El de más acá camina en el alambre ante la mirada de republicanos y verdes catalanes. Y, mientras tanto, los alcaldes de Ascó y Yebra sienten el abandono y las amenazas de sus partidos, siendo como son los únicos que están pensando en los ciudadanos.