La Sección Octava de la Audiencia Provincial de Jerez acogió ayer la celebración de la vista. :: LA VOZ
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«Nosotros sólo pasábamos por allí»

Los testigos desmontaron en el juicio la versión de los dos imputados, que aseguraron que sólo presenciaron la pelea Los acusados por la reyerta multitudinaria en Feria niegan su implicación

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Ni ellos estaban allí, ni portaban armas peligrosas ni se enzarzaron en pelea alguna. A grandes rasgos, esta es la versión ofrecida ayer por J. A. M. M. y J. A. E. M, los dos procesados por la reyerta multitudinaria sucedida en la Feria del Caballo de 2008 en la que resultaron heridas varias personas, entre ellas policías locales de Jerez y Sanlúcar.

Así arrancó el juicio celebrado ayer en la Sección Octava de la Audiencia Provincial, en el que ambos comparecieron únicamente para reconocer que fueron meros testigos de lo ocurrido, pero que en ningún caso intervinieron en los hechos delictivos. El primero en declarar fue J. A. M. M, que aseguró que su primo (el otro acusado) y él sólo paseaban por el recinto ferial cuando ocurrió el incidente, negando que estuvieran en la caseta del Disco Rojo, donde se inició el altercado.

«Nosotros sólo pasábamos por allí y vimos que había mucha gente que se estaba peleando», subrayó el imputado, asegurando que sin comerlo ni beberlo resultó detenido. «Yo no llevaba cuchillo ni navaja y tampoco pinché a nadie», insistió, relatando que a él sí que le dieron una paliza los agentes cuando lo capturaron.

Lo que sí confirmó en varias ocasiones fue su adicción a las drogas, contando que el día de autos efectivamente había consumido whisky, vino fino y altas dosis de cocaína, de lo que no se ha podido librar en años a pesar de haberse sometido a programas de desintoxicación en varias ocasiones. J. A. E. M. ofreció un relato muy similar al de su pariente, negando que participaran en ningún momento en la reyerta.

Ánimo de mediar

Lo único que reconoció en este sentido es que, al pasar por la citada caseta, observaron cómo un grupo de personas golpeaba a un hombre de etnia gitana, por lo que intervino tirando una piedra para intentar alejarlos. «Sólo les dije que dejaran al chaval, que lo estaban matando. Intenté calmar las cosas y al final me detuvieron». Este acusado también reconoció su condición de toxicómano, desde hace más de 20 años.

Los testigos, sin embargo, comparecieron para echar por tierra la versión de los procesados. Los agentes afectados así como alguno de los familiares que los acompañaban en ese momento señalaron directamente a ambos como los autores de las agresiones con navaja y puño americano, si bien señalaron la participación de un mayor número de personas no identificadas.

Uno de los funcionarios de Sanlúcar que recibió varias puñaladas, M. C. V, hizo hincapié en que el ataque se produjo «con toda la intencionalidad del mundo», al tiempo que declaró que cuando se identificó como policía «todo fue a peor, y empezaron a gritar: ¡te vamos a matar!».

Los letrados de los imputados, Juan Urbaneja y Carlos Sánchez Peribáñez, por su parte, mostraron ayer su malestar por las condenas que la Fiscalía solicita, fijadas en 30 años para J. A. M. M. y en 23 para J. A. E. M. Los abogados tacharon de «barbaridad» la cantidad de años que se piden, y que están justificados en que a cada uno se le imputan varios delitos de homicidio en grado de tentativa y de lesiones, correspondientes a cada una de las cinco víctimas (cuatro de ellas, agentes de Policía).

Un solo atentado

Sánchez Peribáñez argumentó que dado que se trató de «un solo atentado» se debería haber imputado un único delito, ya que además «no llegó a morir nadie». Ambos letrados, previamente a que se celebrara el juicio, intentaron llegar a un acuerdo con las partes para evitar la vista, pero la Fiscalía se negó en redondo, debido a la gravedad de los hechos.

Los defensores basaron su alegato en que los acusados no tenían ánimo alguno de matar, incidiendo en todo momento en su condición de drogadictos, lo que podría haber mermado sus facultades a la hora de cometer presuntamente los delitos.