El clérigo Al-Zindani ríe durante la rueda de prensa que ofreció en el jardín de su casa de Saná. :: EFE
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El líder espiritual de Al-Qaida dice no saber nada de Bin Laden desde 1987

Al-Zindani, incluido en la lista terrorista de EE UU y que renunció a la yihad para regresar a Yemen, asegura que sólo un juez debe decidir si el saudí es culpable

SANÁ. Actualizado: Guardar
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«Sólo sé de Al-Qaida lo que leo en los medios». La primera declaración de Abdul Majeed al-Zindani a la prensa extranjera no sirvió para disipar las dudas sobre su persona después de una semana en la que Al-Qaida en la Península Arábiga (AQPA) ha convertido a Yemen en la nueva «amenaza global». La distancia que separa a este religioso de 68 años, incluido en la lista terrorista de EE UU y considerado por Occidente el padre espiritual de la red terrorista, de los periodistas apelotonados en el jardín de su casa es infinita. Uno tras otro, los diferentes medios le interrogan por Osama bin Laden, Anwar al-Awlaki o Umar Faruk Abdulmutallab y la única respuesta que reciben es una gran sonrisa y un discurso moderado, calculado hasta la última coma. Pese a las palabras de Barack Obama negando el envío de tropas a suelo yemení, Al-Zindani junto a los principales sabios del país no se fían y ultiman la 'fatua' (edicto religioso), que llamará a la yihad en caso de que Washington cambie de opinión.

Líder del partido islamista Al-Islah y director de la Universidad Imán, su figura aparece vinculada a los dos últimos nombres de Al- Qaida que han amenazado directamente a EE UU. Los servicios de inteligencia informaron de que Umar Faruk Abdulmutallab, el joven nigeriano que intentó atentar contra un vuelo a Detroit, estudió en este centro. «Es mentira, no le conocemos», se defiende. Como son «mentira también todas las acusaciones de Washington contra mi persona. Cuando nos necesitaron para luchar contra los rusos éramos combatientes de la libertad, pero ahora somos terroristas». Respecto al ex profesor de la universidad y actual cabecilla de AQPA, Anwar al-Awlaki, asegura que se quedó sorprendido cuando le dijeron «que se había echado a las montañas. Él leyó mis libros, como otros millones de musulmanes, pero ¿soy por eso culpable de lo que hace?».

Combatiente en Afganistán

Médico de formación, asegura tener la vacuna contra el sida, y yihadista en la guerra contra la Unión Soviética en Afganistán, en 1987 decidió abandonar la guerra santa y regresar a Yemen. En suelo afgano dejó a un «amigo» llamado Osama bin Laden, del que asegura «no saber nada desde entonces». Mientras que el saudí era partidario de mantener a sus muyahidines en el país árabe, Al-Zindani defiende la yihad «sólo en caso de invasión». Pero, ¿comparte veinte años después la actual postura de Bin Laden? «El único ser absolutamente malo es el demonio, y el único que no comete errores el Profeta. Si Osama hace lo correcto o no lo debe decir un juez, si es que le pueden capturar», responde.

La entrevista discurre con mucha tensión. Según fuentes del Ministerio de Información, el religioso no quería recibir a medios estadounidenses, pero finalmente se vio forzado a hablar ante la prensa del «país más opresor del mundo», como se puede leer en sus entrevistas anteriores a la crisis de las embajadas en Saná. Con gesto risueño y tono de voz bajo, sus respuestas se pierden a menudo por el estruendo de los cazas del Ejército que se dirigen al frente del norte para combatir a la milicia chií en la frontera con Arabia Saudí, la auténtica prioridad del Gobierno yemení.

El religioso, cansado del interrogatorio, agradece a Dios la llegada de la prensa extranjera a Yemen porque «ayudará a conocer la verdad, vosotros podéis ser parte de la solución». Una solución que pasa por el aumento de la colaboración entre Washington y Saná en materia militar y que los religiosos están dispuestos a permitir «siempre que respete el marco de la Constitución y no viole nuestra soberanía», concluye un políticamente correcto Zindani.