Opinion

Gesto preventivo

Es más dañino especular sobre el hipotético final de ETA que alertar de sus objetivos

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La advertencia del ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de que ETA podría estar pensando en hacerse valer durante la presidencia española de la UE mediante el secuestro de una persona relevante obedece, probablemente, más a un análisis de Inteligencia que al descubrimiento de indicios fehacientes sobre la existencia de un plan al respecto. No es la primera vez que Rubalcaba emite una señal pública de alerta frente al terrorismo etarra. Pero la mención precisa a un eventual secuestro sí representa una declaración inusual. La indicación de que la banda terrorista podría intentar perpetrar alguna acción que sirviera tanto para garantizar su presencia durante el semestre de la presidencia europea de Rodríguez Zapatero como para acallar las disensiones que se manifiestan en su seno, en relación con los presos etarras y en la izquierda abertzale, nunca está de sobra. La concreción de que pudiera consistir en un secuestro constituye, si acaso, una llamada preventiva que demasiadas personas pueden sentir que está dirigida a ellas. Es en este último sentido en el que la decisión adoptada por el ministro no debería ser tenida, necesariamente, como la forma más correcta de afrontar la eventual amenaza. Pero aun siendo opinable la oportunidad de la advertencia, está fuera de lugar criticarla por su carácter especulativo, siempre y cuando este tipo de manifestaciones no se prodiguen. Porque suponer que ETA tratará de perpetrar algún atentado responde a la aplastante lógica que ha ido imponiéndose durante décadas. La especulación verdaderamente dañina es aquélla que trata de dar carta de naturaleza a la hipótesis de que la banda terrorista podría rehusar operar violentamente; porque es la que desbarata las defensas de la sociedad y de las instituciones frente al embate de ETA. Pero hay en las palabras del ministro de Interior una consideración que revela la naturaleza de la trama etarra, cuando sugiere como una de las razones de su advertencia que un secuestro podría resultar más digerible para el conjunto de la izquierda abertzale que un atentado sangriento. Viene a confirmar lo que ya se sabe: que las disensiones detectadas en el entorno de ETA no han llegado a poner en cuestión la utilización de la violencia extrema.