EDITORIALES

Ineludible prohibición

La salud general de la población constituye un bien superior al de la libertad de fumar

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El anuncio por parte de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, de que la ley contra el tabaquismo se verá endurecida en 2010 con la prohibición de fumar en todos los lugares públicos, de restauración y de ocio, parece haber allanado el camino para la promulgación de la nueva norma. Pero sería de desear que ésta se convirtiera cuanto antes en proyecto de ley, atendiendo de paso a la precocidad con la que los adolescentes españoles adoptan el hábito de consumir tabaco -tal y como ha detectado la Encuesta Europea de Salud-, y tomando conciencia de los efectos limitados que ha cosechado la legislación vigente; y no sólo por su incumplimiento. La imposibilidad legal de fumar en los centros de trabajo y en los establecimientos que reuniesen determinadas características no ha contribuido tanto a erradicar el consumo de tabaco como a desplazar el espacio en el que se fuma hacia bares, restaurantes y la propia vía pública. Por lo que es de suponer que la definitiva prohibición de fumar en recintos cerrados incrementaría el consumo al aire libre. Pero incluso en el supuesto de que la rigurosa medida anunciada por Jiménez sólo propiciara cambios de escenario para el ritual del fumador, cuando menos contribuirá a rebajar la incidencia del consumo compulsivo o continuado en una sociedad que se muestra comprensiva ante la prohibición porque sabe de las atroces consecuencias del tabaquismo. A diferencia de otras adicciones, el consumo de tabaco afecta directamente a la salud de quienes conviven permanente o esporádicamente con el fumador. Además, los altos costes que induce en el sistema sanitario, causando o desencadenando males como la EPOC, las enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer, hacen ineludible la introducción de medidas coercitivas. Entre otras razones, porque la libertad que reivindican los fumadores más conspicuos no puede representar un bien superior al de la salud general de la población. Uno de los datos más preocupantes es el de la incorporación tardía de la mujer al consumo de tabaco; incorporación que dibuja aun hoy una línea ascendente en contraste con los varones. Lo que viene a demostrar hasta qué punto el consumo de tabaco puede procurar aun hoy una falsa sensación de libertad y autonomía.