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El cambio climático condena a Tuvalu

Más de cuarenta pequeños estados, la mayoría islas, podrían quedar sumergidos bajo el mar debido al calentamiento global

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Muchos de sus nombres suenan a guasa y pocos serían capaces de ubicarlos en un mapa, pero a sus habitantes no les hace ninguna gracia lo que puede suceder con estos países. Muchos de los pequeños territorios que salpican el océano Pacífico, así como las islas Maldivas en el Índico y otras islas del Caribe, podrían quedar sumergidos si continúa aumentando la temperatura media del planeta. Hasta el extremo de esfumarse por completo.

No es de extrañar que, ante esta posibilidad que avalan diferentes estudios independientes, la Alianza de Pequeñas Islas (Aosis) haya lanzado en Copenhague un SOS cargado de críticas. Para los 42 países miembros resulta inadmisible un acuerdo en torno a un incremento de la temperatura porque podría ser fatal para asegurar su existencia. La mayor parte del territorio de estados como Maldivas, Tuvalu o Vanuatu está por debajo de los dos metros de altura, algo que los hace especialmente vulnerables al aumento del nivel del mar causado por el deshielo de la Antártida. Actualmente ya sufren importantes inundaciones debidas a los ciclos lunares, pero la situación podría deteriorarse rápidamente.

Consciente del riesgo que provoca el cambio climático, el Ejecutivo del paradisíaco archipiélago de Maldivas fue el primero en ponerse manos a la obra. Hace un año comenzó a destinar parte de sus ingresos por turismo para comprar tierra en otros países con la intención de disponer de espacio para reubicar a su población si, como estima Naciones Unidas, para 2100 el 70% de su territorio ha desaparecido. Eso sucedería con un aumento de sólo 59 centímetros en el nivel del mar. Para llamar la atención sobre el problema, el 17 de octubre el Consejo de Ministros se celebró bajo el agua, un golpe de efecto que acaparó portadas pero que no ha llevado a ningún acuerdo relevante.

Oídos sordos

Tuvalu, un país que cuenta con 11.000 habitantes repartidos en nueve atolones, prefirió esperar a la cumbre de Copenhague para hacerse oír. Según su delegación, el aumento de la temperatura global no debería sobrepasar 1,5 grados. Y para evitar que se supere es necesario pasar ya de las palabras a los hechos. Nada de buenas intenciones, «deberían aplicarse medidas jurídicamente vinculantes», exigió el delegado del país oceánico, Taukiei Kitara. Y no se dirigió sólo a los países más desarrollados, sino también a los gigantes en desarrollo como China, India o Brasil, que emiten ya casi la mitad del CO2 de la atmósfera. Los dos primeros, junto con Arabia Saudí, tumbaron el pasado jueves la propuesta.

El peligro, sin embargo, no sólo acecha a estos islotes en medio de la nada. Si se cumplen los pronósticos más agoreros, como los del Instituto Tecnológico de Bandung, en Indonesia, 2.000 de las islas del archipiélago podrían desaparecer junto a las Maldivas, y sólo habría que esperar hasta 2035 para ver cómo el agua engulle el aeropuerto internacional de la capital, Yakarta.

Y no sólo corren riesgo remotos países exóticos. El 10% de la población mundial vive en zonas costeras a menos de diez metros de altura. Según el Instituto Británico para el Medio Ambiente y el Desarrollo, esta franja del territorio del planeta se encuentra en peligro. No sólo por el aumento del nivel del mar, sino también por el incremento del número de tormentas y huracanes que provoca un ambiente más cálido. Aunque los países con mayor riesgo, debido a sus deficientes infraestructuras, son los que configuran los deltas del Ganges y del Nilo, grandes centros urbanos como Londres o Nueva York no se libran, y otras megalópolis como Shanghai ya levantan diques para atenuar este efecto y evitar que se repita la tragedia de Nueva Orleans.

Claro que, todavía, muchos científicos niegan que exista el calentamiento global, y consideran que estos estudios sólo pretenden provocar el pánico. A ellos se dirigen con ironía los habitantes de los países en peligro de extinción: «Que nos acojan como refugiados ecológicos si finalmente nuestro territorio queda inundado», aseguran en Tuvalu.