El actual obispo de Palencia y futuro de San Sebastián, José Ignacio Munilla. :: J. M. LÓPEZ
ESPAÑA

La rebelión de las sotanas

El 80% de los párrocos guipuzcoanos rechazan a su futuro obispo, José Ignacio Munilla

BILBAO / MADRID. Actualizado: Guardar
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El voto de obediencia ha entrado en crisis entre los curas de Guipúzcoa. La llegada a la diócesis de San Sebastián del todavía obispo de Palencia, José Ignacio Munilla, ha soliviantado a los parrocos guipuzcoanos, que en un gesto sin precedentes han optado por publicar un duro comunicado contra el prelado. Hasta un 80% de los párrocos del territorio han suscrito una nota en la que expresan su «dolor y preocupación» por la incorporación de Munilla a la diócesis vasca.

La elección de Munilla, que es tenido por un hombre del ala más conservadora de la Iglesia, es interpretada por el clero guipuzcoano como un intento del Vaticano de hacer entrar en vereda a unos sacerdotes que se han distinguido por un fuerte sentimiento nacionalista. «Consideramos que en modo alguno es la persona idónea», se afirma en el texto, rubricado por 131 religiosos.

Al igual que sucedió cuando Ricardo Blázquez asumió el cargo de obispo de Bilbao -Arzalluz se refirio a él como un 'tal Blázquez'- el nombramiento de Munilla ha sido recibido con una hostilidad indisimulada por los políticos. «Ultraconservador», «no hay nada más a la derecha» u «hondísima preocupación» son algunas de las poco hospitalarias palabras del portavoz del PNV en el Parlamento vasco, Joseba Egibar, o el diputado general de Guipúzcoa Markel Olano. Josu Erkoreka fue aún más grafico: «No es lo mismo pastorear un rebaño de oveja 'latxa' (de origen vasco) que uno de oveja burgalesa».

La rebelión de sotanas tiene sus claves. Acostumbrados al gobierno de obispos de corte nacionalista como José María Setién o Juan María Uriarte, el clero guipuzcoano ve en Munilla una amenaza, a pesar de ser vascoparlante y donostiarra. Munilla, que asumirá su nuevo destino el 9 de enero, es amigo de Rouco Varela, considerado por sus adversarios un exponente del conservadurismo más recalcitrante.

Pero las críticas no se circunscriben al ámbito político. También llegaron desde el propio seno de la Iglesia guipuzcoana. Pero sólo hasta ayer se plasmaron de manera pública. Y contundente.

El comunicado cargado de reproches hacia la designación de Munilla está firmado por 85 de los 110 sacerdotes de Guipúzcoa, entre los que se encuentran 11 de los 14 arciprestes del territorio. A estos hay que sumar un amplio grupo de religiosos. En total, 131 personas que admiten que el nombramiento del nuevo obispo ha sido percibido como «una clara desautorización de la vida eclesial de nuestra diócesis» y como una «iniciativa destinada a variar su rumbo».

En un claro rechazo a las formas empleadas por el Vaticano, los religiosos guipuzcoanos manifiestan su «disconformidad y desaprobación» con el procedimiento seguido por Roma y Rouco Varela, que desbarató los intentos del propio Uriarte por encontrar a su sucesor en las parroquias del territorio.

Munilla no es un desconocido. Cuando fue párroco de Zumárraga se distinguió por apartarse de las directrices dictadas por Uriarte. Ahora no se descarta que el clero díscolo corresponda con la misma moneda y se distancie de su superior.