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El derechista Sebastián Piñera corre hacia la presidencia de Chile

Los progresistas reclaman un acuerdo que pueda impedir la llegada del multimillonario a la jefatura del Estado

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Pese a su rotunda victoria en la primera vuelta -que rompe con una tendencia de triunfos de la izquierda en las elecciones presidenciales chilenas durante los últimos veinte años-, el empresario Sebastián Piñera comenzó ayer a trabajar para la mucho más reñida segunda cita con las urnas, en la que deberá sumar la mayor cantidad posible de votantes progresistas cansados de la coalición de centroizquierda que gobierna el país tras la dictadura de Pinochet.

Su éxito, dijo el mismo Piñera, «es obra de los chilenos que quieren el cambio». «Deseo dedicar esta victoria a los que más lo necesitan: a la gente humilde, a los que viven en la pobreza, a nuestra clase media», apuntó en lo que fue el inicio de su nueva campaña. El 17 de enero deberá competir con el senador democristiano Eduardo Frei, de la gubernamental Concertación de Partidos por la Democracia, que obtuvo quince puntos menos.

Piñera, de la conservadora Coalición para el Cambio, se impuso con el 44% de los votos, un caudal inédito para un candidato de su sector, aunque insuficiente. Frei sumó el 29,6%, la cosecha más magra de un candidato de su bloque desde 1990, fruto de su falta de carisma. Pero aún así confía en aglutinar los apoyos dispersos de todo el arco progresista para la nueva batalla. «Quiero invitar a todos los que no votaron por mí, a aquellos que tuvieron dudas, a quienes se abstuvieron o anularon su voto, a los que votaron por Marco Enríquez Ominami y Jorge Arrate a que se sumen a esta candidatura», imploró tras los comicios, aludiendo a los simpatizantes de los candidatos que quedaron fuera de juego tras la primera parte de los comicios presidenciales.

Superó las expectativas

Enríquez Ominami, que superó las expectativas al lograr más de 20% de las papeletas, se presentó como candidato independiente. Integraba la concertación oficialista hasta que este año, al impedirle competir en las primarias, abandonó la alianza, arrastrando a un millón de votantes. «No hay nada que negociar. No quiero cargos ni prebendas. Si quieren el voto de quienes nos votaron escuchen sus demandas», desafió.

Para él, Piñera y Frei son candidatos «del pasado». Sin embargo, dejó claro cuál es su origen al recordar que «nuestro domicilio es la izquierda progresista». Y subrayó que votar a Piñera sería «un retroceso. Él no es el cambio. Representa lo más cruel del mercado», sentenció. Las encuestas publicadas ayer sostienen que del total de votantes de Enríquez, dos tercios podrían inclinarse por Frei y el resto por Piñera. Estos últimos son progresistas contrarios a la candidatura del democristiano.