EL TRANVÍA

LA VENTA DEL XEREZ

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En el momento de escribir estas líneas todavía no se sabía si Morales había dejado ya de ser el accionista mayoritario del Xerez. Esta semana se ha vuelto a hablar mucho -por enésima vez- sobre la venta del club azulino. El jueves se llegó, incluso, a especular con que la operación estaba ya totalmente cerrada y que buena parte de los títulos del sevillano habían pasado a manos de un grupo inversor argentino del que prácticamente nada se sabe. Hasta el punto que ni siquiera se conoce quiénes son ni con qué proyecto económico y deportivo llegarían. Vamos, que la historia se ha vuelto a repetir. Como sucedió con Garrido, Nuchera y tantos y tantos otros que en los últimos meses también estuvieron 'a punto' en su día de hacerse con las riendas de la entidad. Pero siempre ha pasado lo mismo; es decir, nada. Nada que no sea marear la perdiz y volver loco al personal. Mucho bla-bla-bla para seguir igual, con un señor propietario que supuestamente está deseando abandonar el barco pero que sigue ahí, sin gestionar y sin medios para hacerlo, inmerso en un proceso concursal que apenas deja margen de maniobra y alimentando un vacío de poder que se prolonga ya demasiado.

Hace tiempo que resulta evidente que su etapa en la entidad azulina ha llegado a su fin. Está sin apoyos. La afición le ha dado la espalda, la plantilla no confía en él, el Ayuntamiento repite hasta la saciedad que debe marcharse -aunque a uno le sorprenda que el Consistorio se atreva a aconsejar cuando sus cuentas y su gestión no son precisamente un modelo para nadie- y al proyecto deportivo le falta poco para irse a pique a pesar de que aún no ha acabado ni la primera vuelta del campeonato.

Por si fuera poco, fuentes jurídicas cuestionan la legalidad de la supuesta venta cuando el club está ya inmerso en un proceso concursal. Cuentan que la juez responsable del mismo es la que debería dar el visto bueno a la operación y que lo habitual en estos casos es que el dinero que se pueda pagar por un paquete de acciones no sea para el titular originario de las mismas -en este caso, Joaquín Morales-, sino para hacer frente a los acreedores que puedan existir, que en el caso del Xerez son muchos hasta completar los 26 millones de deuda existentes.

Morales debió marcharse hace tiempo. Hubiese quedado como nadie si lo hubiese hecho tras lograr el ascenso a Primera, un logro del que también es responsable pero que, sin embargo, está empañando con su actitud. Era el momento. Un equipo en la máxima categoría del fútbol nacional es siempre más apetecible. Hubiese permitido, además, planificar bien la temporada y confeccionar una plantilla a la altura de las históricas circunstancias. Y, sobre todo, hubiese permitido a la ciudad disfrutar de la gesta, que buena falta le hace. Pero no lo hizo y lo que ha conseguido ya es engordar la ya de por sí nutrida lista de pésimos personajes que han pasado por la entidad azulina en los últimos años. Una lástima.