AL PALO

SCHUSTER, EL COMEDIANTE

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Schuster, contra algún pronóstico que pasará a la historia, puso al Xerez en la órbita del fútbol mundial. Schuster cuando ríe parece que sí diciendo que no. Schuster como redentor del xerecismo, dos años en el equipo, que sonaba en el eco de la prensa de media Europa. Schuster es un gran comediante. Si no compra al final el club a Morales (como parece que va a ocurrir) habrá ganado publicidad, que tampoco es que le haga falta, justo un año después del cese en el Real Madrid. Apuesto por la mejor versión de Schuster, no el que hizo determinados comentarios políticos, sino el que dejó un sello ganador, el que apostó por el fútbol exquisito, lejos de las racanerías actuales de los equipos que luchan por la permanencia. Joaquín Morales juega al mus, se hace el 'cancherito', flirtea con los sobrinos de Evita. Sí o sí, venta sí, Morales no. Esa es la cuestión, el referéndum continuo desde hace un año con el máximo accionista del club. Joaquín Morales no es un demonio, ni se le puede demonizar. Su mayor aval es haber llegado cuando nadie quiso, y haber tirado hacia adelante, con el Real Madrid de Beckham firmaba autógrafos en Montecastillo, julio de 2004. Y con bravatas y errores, y a un cuestionable precio, metió al equipo en Primera. Pero al igual que Indurain se fue, y Raúl debe irse ya, Morales debe ser consciente de que su ciclo concluyó hace dos años. También la afición debe ser consciente de que ahora que el club, en concurso de acreedores, es más goloso y su situación más apetecible en el mercado. Por eso quiere vender ya, antes de que el equipo pueda descolgarse más en la tabla. Una vez lejos, qué va a importar lo que digan las facturas que sacarán los jueces. El mayor patrimonio del club es la categoría, el mayor reto del xerecismo es unir voluntades como cuando se evitó el descenso. Porque la vida del club no se llama Schuster, sino Primera División.