LA ESPERANZA COLECTIVA 20 2

El sueño de una ciudad

ALCALDESA DE CÁDIZ Actualizado: Guardar
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En el Cádiz del 2012 los gaditanos tenemos la oportunidad de sacar adelante un proyecto común que hemos asumido desde hace tiempo como propio. Un proyecto que, sin duda, se puede enmarcar dentro del significado que tiene 'La Esperanza Colectiva'. El Cádiz 2012 es ciertamente eso, una esperanza colectiva: la posibilidad de hacer posible lo que algunos creían imposible. Es, definitivamente, el sueño de una ciudad. Sueño que entre todos tenemos la obligación de hacer una realidad.

Porque Cádiz siempre soñó despierta con recuperar el esplendor de una época de la que ninguno de los que ahora recorremos sus calles fuimos protagonistas. Cádiz siempre soñó en revivir un trasiego de comerciantes y riquezas desde Ancha hasta Nueva, un bosque de mástiles en su muelle y un oratorio bullicioso donde se pariera una nueva carta de libertades. un nuevo acuerdo de convivencia para los españoles de ambos hemisferios.

Y Cádiz ahora sueña con esas mismas cosas. sigue añorando lo que apenas su memoria puede ya retener. Pero ahora empieza a ponerle nombre; una Capitalidad Iberoamericana de la Cultura que llene todas sus calles, de Ancha a Nueva, de un gran tesoro cultural, de músicas, danzas, teatro y todo aquello que ahora estiman las nuevas sociedades como su verdadera riqueza: la cultura con mayúsculas, una cultura para todos y no para unos pocos. Una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica que encuentren en Cádiz la nobleza y el valor suficientes para alumbrar un nuevo acuerdo de convivencia para los iberoamericanos, para el resto del mundo si es menester.. Una Gran Regata que en 2012 nos devuelva a la retina esa queridísima imagen de añorados reencuentros en nuestros muelles. Una ciudad totalmente rehabilitada como muestra de nuestro esfuerzo colectivo.

El salto cualitativo que como alcaldesa percibo en el ya largo camino de preparación hacia la celebración de Cádiz 2012 es precisamente ése: ahora la sociedad gaditana, quizás algo escéptica cuando hace años empezamos a hablar insistentemente desde el Ayuntamiento de Cádiz del Bicentenario, es capaz de visualizar parte de los proyectos y actuaciones que estamos preparando para celebrar en esa emblemática fecha.

Soy optimista respecto al Cádiz 2012 porque no puedo concebir que los gaditanos y gaditanas desaprovechemos la oportunidad que la historia, y sólo la historia, nos ha brindado. Mi optimismo está basado en el trabajo porque es la única manera de pasar de vivir de las expectativas a vivir de las realidades. No puedo admitir tampoco, como gaditana pero sobre todo como alcaldesa, distraernos un solo momento de nuestro principal objetivo: sacar el máximo partido a la celebración para que la ciudad viva ese año el inicio de una nueva era. Y que lo haga mejor preparada en sus comunicaciones, en sus infraestructuras culturales, sociales y de ocio, y sobre todo que lo haga mejor posicionada en Andalucía, España y el Mundo.

Un párrafo como el anterior, escrito hace años, podría tacharse de pretencioso. Ahora estoy segura de que no lo es. No debemos acomplejarnos más por optar a que Cádiz acoja una cumbre de primer orden internacional o que seamos centro cultural de dos continentes durante doce meses. Ser ambiciosa cuando Cádiz está por medio nunca me ha costado el más mínimo esfuerzo, y sobre todo me ha reportado grandes satisfacciones. Entre ellas la de ver ahora, con la distancia que da el camino recorrido hacia el 2012, cómo se cumplen hitos hace tiempo inimaginables. Satisfacciones y alegrías que se han venido forjando poco a poco pero con un gran esfuerzo: la concesión de la sede para la 25ª Asamblea General del Consejo de Municipios y Regiones de Europa (CMRE): albergar en esa fecha el encuentro de las Cortes Supremas Americanas y Europeas, la reunión de la Liga de Ciudades Fenicias, Púnicas y Cananeas o la reunión de las Academias de la Lengua Española y un sinfín de encuentros que harán de la agenda de ese 2012 un hervidero de encuentros, diálogos y esperemos que consensos en torno a las más diversas materias.

Pero todo será en vano si los gaditanos no nos involucramos verdaderamente en este proyecto tantas veces anhelado. Confío en que así será porque percibo ahora en los ciudadanos una mayor implicación en los actos y eventos que anualmente realizamos de cara a la celebración. Y esto, entiendo, es porque ahora el gaditano sí sabe lo que nos jugamos en esta cita. Ahora sí sabe que buena parte del futuro de esta ciudad pasa por coger este tren que no se presenta precisamente de manera muy frecuente. Conseguiremos, tras esa fecha, disfrutar de un modelo de ciudad más dinámico y moderno, generador de empleo y riqueza. «El después del 2012» dependerá del éxito de ese sueño, del esfuerzo de hacer posible lo que algunos hace años creían imposible.

Escribía al inicio de este artículo que Cádiz siempre soñó despierta con recuperar el esplendor de una época que ninguno de nosotros vivimos. Ahora, y gracias a este esfuerzo común, a esta esperanza colectiva, muchos tenemos la oportunidad de revivirla. Los gaditanos de ahora, sin haber recorrido las calles de ese Cádiz que añoramos, ya ponemos nombre y apellidos a ese sueño: se llama Cádiz 2012.