ESPAÑA

Los cooperantes niegan «psicosis» en Mauritania por el secuestro

Los voluntarios que trabajan en el país mantienen su actividad diaria, sin que hasta el momento se haya reivindicado el rapto

NUAKCHOT. Actualizado: Guardar
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Cinco días han pasado ya desde que Alicia Gámez, Albert Vilalta y Roque Pascual fueron secuestrados en Mauritania. Desde entonces, el silencio. Nadie, por ahora, se ha adjudicado la autoría del ataque. Nadie ha dado pistas sobre la situación de los tres cooperantes. Y, lo que es peor, nadie sabe lo que quieren los terroristas.

En Nuakchot, el secuestro es la comidilla de todas las reuniones. También es la principal preocupación de la pequeña comunidad española en la capital mauritana. Alrededor de 130 personas están registradas en el consulado, aunque la población flotante, principalmente formada por empresarios, es mayor. Los cooperantes son medio centenar.

«La comunidad está preocupada por los que han sido secuestrados, pero en la vida diaria no hay una psicosis», asegura Sébastien Benotti, jefe de la delegación mauritana de Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP). Los cuatro integrantes de la ONG en Nuakchot no tienen miedo, y piensan seguir como hasta ahora, aunque el secuestro de los tres miembros de la Caravana Solidaria les ha puesto en alerta. Son conscientes del peligro, aunque nunca se han sentido amenazados. «Ya sabía antes de venir que estas cosas podían suceder, pero no por eso voy a dejar de hacer mi trabajo», asevera Aurelie Hernández, que llegó a la capital pocos días antes del ataque.

El Ministerio de Asuntos Exteriores se reunió ayer en Madrid con representantes de las ONG que trabajan en Mauritania. Soraya Rodríguez, la secretaria de Cooperación Internacional, les pidió que tengan localizados a todos sus cooperantes en el país y que estén en contacto permanente con la Embajada de España en Nuakchot. También les recordó la importancia que tiene seguir estrictamente las medidas de seguridad . El ministro Miguel Ángel Moratinos solicitó además «discreción» a los medios para evitar dar pistas a los secuestradores como sucedió con el 'Alakrana', tras lamentar que la autoría del secuestro sea, «desgraciadamente», una incógnita.

En la sede de ACCP conocen bien las medidas de seguridad y las siguen casi siempre a rajatabla. «En realidad son cosas de sentido común y de protección personal», explica Benotti. «No podemos tener más seguridad que las que ya hay», reconoce, señalando el muro que rodea el pequeño jardín de la casa que hace de sede de la organización.