El presidente brasileño Lula gesticula en presencia del rey Juan Carlos y José Luis Rodríguez Zapatero a la salida de la reunión. :: AP
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España busca otra vía para atajar la fractura hondureña

Zapatero y Lula pactan en la cumbre de países iberoamericanos de Estoril «ganar tiempo» para forjar un consenso

ESTORIL. Actualizado: Guardar
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Si la legitimidad de las elecciones en Honduras dividieron la XIX Cumbre Iberoamericana en sus prolegómenos, los resultados han ahondado la fractura. Nunca en la historia de estas citas multilaterales un pequeño país había tensado tanto los ánimos. España busca ahora una tercera vía que dé una salida airosa a las dos partes y ha encontrado un aliado en Brasil para esta tarea.

La pretensión de los gobernantes reunidos en la localidad portuguesa de Estoril de suscribir una resolución conjunta sobre Honduras se complica a medida que pasan las horas. «Hay posiciones muy divergentes», resumió el ministro de Exteriores portugués, Luis Amado.

Mientras el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, hacía un reconocimiento explícito de los resultados para que el pueblo del país centroamericano pase «la página negra» del golpe de Estado, la presidenta argentina, Cristina Fernández, tachaba de «pantomima» la jornada electoral. Cuba, a su vez, instaba a los gobernantes a rechazar los comicios por ilegítimos, pero el jefe de Estado colombiano, Álvaro Uribe, daba el paso a favor del reconocimiento.

España se quedó en un término medio. No reconoce (las elecciones), pero tampoco las ignora, en palabras del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. No las avala, prosiguió, porque no se dieron las condiciones de «transparencia y garantías suficientes», pero hay «nuevos actores» que tienen algo que decir. El ministro se refería al ganador de los comicios, Porfirio Lobo, del Partido Nacional, que se alzó con el 55,9% de los votos, pero también el presidente derrocado, Manuel Zelaya.

José Luis Rodríguez Zapatero abordó también el asunto en su encuentro de una hora con su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y apostaron por encontrar una solución «aceptable» para todas las partes. Se trata de «ganar tiempo», comentó Lula y ratificaron fuentes de La Moncloa, para que la situación se estabilice. Tanto España como Brasil juegan la carta de que el proceso electoral sea aceptado por todos los sectores hondureños, Zelaya incluido, lo que dejaría sin argumentos a los países defensores de la legitimidad del presidente derrocado del 28 de junio.

Alas a los aventureros

El presidente de Brasil, no obstante, cree que la homologación de las elecciones en Honduras sentaría un mal precedente para la región porque daría alas a los «aventureros» golpistas de otros países, que tendrían la esperanza de ver legitimadas sus maniobras antidemocráticas con el precedente hondureño. Una posición en la que coinciden, por ahora, la mayoría de los países latinoamericanos y también España, aunque en las últimas horas el Gobierno de Zapatero ha modulado su postura.

El jefe del Ejecutivo, durante el desayuno que mantuvo con los representantes de los países centroamericanos, al que también acudió el Rey y la vicepresidenta primera, solicitó «un gran acuerdo nacional» en Honduras que tenga el respaldo del «consenso centroamericano, latinoamericano y europeo». Zapatero también ha impulsado que la cumbre apruebe una resolución sobre el caso hondureño. Una tarea nada fácil puesto que los primeros borradores que se han intercambiado están lejos de concitar el consenso. Una posibilidad que manejan los diplomáticos españoles es un texto que soslaye el espinoso tema de la legitimidad de los comicios y el regreso del presidente derrocado. Si la misión ha tenido éxito se comprobará hoy, cuando los asistentes a la cita iberoamericana firme la Declaración de Estoril con las resoluciones políticas del cónclave.